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154

DOMINGO

diversiones que el espíritu del mundo opone en este tiem–

po escandaloso del Carnaval al espíritu de penitencia

á

que

nos convida la Septuagésima. Esta epístola es sacada del ca·

pítulo nono de la primera car:_ta del apóstol san Pablo

á

los

corintios, en el que el santo Apóstol exhorta

á

los fieles

á

la

mortificacion

y

á

la penitencia,

y

se sirve del exemplo

de los que corriendo en el palenque, ó exercitándose para

la lucha, tienen una vida austéra,

y

eso para conseguir una

corona que se aja el mismo dia; se sirve, digo, de este e–

xemplo para animar

á

los cristianos á mortificarse

y

á do–

mar sus cuerpos con la mortificacion para conse&uir de

es-

te modo una recompensa eterna.

·

Vosotros sabeis, les dice, la vida austéra

y

mortifica–

da que tienen los que combaten en los juegos púplicos·; se

abstienen de todo, se privan de los place

~'.?·5'Í~

la vian–

das mas delicadas; ¡qué vida mas frugal

aud.tmas aus–

téra que la suya!'

y

esto por conseguir una co<;a de muy

pequeño valor, una corona de laurel, de olivo,

ú

de enci–

na;

"J

paso que los cristianos preferían á una corona de

~lo­

ria

~

a ·

unos placeres mezclados de bastantes amargu–

ras,

que solo duran algunos momentos.

Para confundir la floxedad de los cristiano-; les propo–

ne san Pablo por modelo

á

los atletas ó

á

los que comba–

ten en los juego5 públicos. Entre los cuatro famosos juegos

de la

G_~·

ia había los que llamaban

lstmicos,

llamados

así del

If:-110,

ó

lengua de tierra que juntaba el Pelopone–

so

con,t~e>

demas de la Grecia. Como estos juegos se cele–

bra' · foerca de Corinto, el Apóstol habla de éllos

como

de una cosa conocida de todos los corintios. Estos corriba–

tes eran de cinco especies: el de la carrera, del cual ha–

bla aquí el Apóstol; los de la lucha, y los de la puñada,

á

los cuales alude mas adelante; y los del salto,

y

del dis-

co,

ú

de la manopla.

·

Los atletas que se exercitaban para estos combate se

abstenian de todo lo que podían disminuir sus fuerzas

y

hacerlos ménos ágiles. Vivían en continencia,

y

guardaban

un régimen de vida muy frugal, propio para endurecer

y

fortalecer el cuerpo: comian poco; ó solo se alimentaban

de viandas muy comunes: no bebían vinb, dormian poco,

y

huian de toda delicade21a. Nada abrevia tanto la vida

y

gasta la salud como el uso de los placeres

y

el regalo. Es-