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DESPUES

DE

PENTECOSTES.

~7

mas instructivo de la perfeccion cris tiana,

y

de

hs mas

e~enciales

obligaciones del cristiano.

El intróito de la misa es

del.

salmo

26,

el qual tiene

por título: Salmo de David ántes que fuese ungido:

Psat–

mus David priúsquam liniretur.

Hasta tres veces

recibió

David la

uncion

real. La

primera de mano de Samuel en

Bden quando fué enviado por su padre Jesé:

la

segun–

da en Hebron despues de

la

muerte de Saul:

y

la ter–

cera despues de la muerte de lsboset quando fué reco–

nocido

por

rey

sobre todo Israel. Este salmo , en que el

santo

Rey

confiesa la proteccion tan visible que ha de–

bido

a

Dios contra sus e'nemigos, no pudo ser compues–

to en sL i

primera

uncion, en que David todavía jovenci–

cb

no tenia otros

enemigo~

que las fieras que se tiraban

I

al ganado que guardaba;

y

hasta el día de esta uncion

real no se derramó sobre él el espíritu de Dios, como

, dice la

Escritura:

Diréctus est spíritus Dómini d die

ilta

in

David.

No pudo,

pue3,

el devoto príncipe haber com–

puesto este salmo sino en la ceremonia de la segunda un–

cion,

o

quizá de la tercera, quando victorioso de todos

los riesgos

en

que se habia visto. así por parte de Saul,

como por parte de los sequaces de lsboset, hijo de SauJ,

se vió en fin pacífico poseedor de todo el rey no de

J

udá

y

de Israel,

y

en estado de ir

a

dar

humiLdísimas

gra–

cias

a

Dio~

en el tabernáculo. Como su confianza en Dios

le babia

hecho

mantenerse

ktrépido en

los mayo res

pe–

ligros, con la misma co.:-i fi an za implora aquí !a

mism~

proteccion

y

la misma a

y

uda para todos los acontecimien–

tos de la vida. ,

Exáudi, Dómine,

vocem

metlm, qua clamávi ad te:

adjútor meus esto, ne

deretínquas

me, neque despfcias me

Detts snlutáris

meus:

Oye,

Dios

mio, los clamores

que

envio hácia ti: prosigue en ayudarme, sé mi protector,

mi a poyo, mi refugio. ¿Podrás, Señor, arrojarme de

ti,

qu · ndo en ti solo

pongo

la esperanza de mi salvacion?

Si Dios protegió de un modo bien

particular

a

este san–

to

rey, tambien es verdad que este rey tuvo toda su vi–

da una confianza perfecta en Dios. Puede

decirse

que es–

ta era la virtud que mas sobresalia en él:

poc.os

sa lmos

t

nemos de él donde no se no te s

1

gran con

fianza e

n Dios.

Dó;ninus illuminátio

mea,

&

satus mea:

el Señor

es

mi

luz

Tom. V.

C 3

y