DESPU
ES
DE
PE~"TECOSTES.
35
-
J
AC-U L
A
T O R I AS.
Spónsut sánguinurn
tu
mihi es.
Exod. 4•
No puedo serviros, Señor,
y
amaros ., si no me desposo
con
vuestra
cruz,
y
si
no me aborrezco
para no
amar
sino
a
vos.
\
Quid ndhi est
in
ere/o
'
&
a
te quid fJÓlui
super terraml
Salm
71.
.
i
Que teAgo que.
desear,
Dios
ll}iO,
sobre
la
tierra~
qué
putdo amar
s100
a
vos~
P RO P OS l TO S.
1/
Empieza·
desde este
dia
ti
amar l Dios con un amor
de preferencia , que de tal suerte
le
asegure .
el
primer
lu~ar
.en
tu
corazon , que para conservárselo estés
di~~
puesto
~
sacrificarle riquezas ,
deleytes ,
amigos ,
parien–
tes,
y
hasta la misma vida;
y
para esto propon firme–
mente
no
querer ni emprender
nad.1 sin consultar prime·
ro con
Dios,
y
sin
sab~r
quál es
su
voluntad. No
te
fies
de solas
tui luces..
porque
el
amor propio cou facilidad
nos ciega. Nunca hagas cosa de consideracion, sin haber
tomado
ántes consejo de
uo prudente
y
zeloso
director.
2
Exélcnina si
·estis
demasiado
pegado
a
tu
familia
ó
él
tus intereses temporales. Algunas veces ha
y
ciertas pre–
dilecciones
para
con los
hijos ,
que turban las familias,
-y
son
causa
de
envidias
y
zelos. No son .ménos odiosas
ni ménos
pernicio~as
eft las comunidades las amistades
particulares; todas esas
distinciones,
todas esas preferen–
cias son efectos del··amor propio. Tengamos un amor ' re–
glado
a
nuestr06
parientes
ya
nosotros
mismos: hagamos
que nuestro corazon no sea
~sclavo
de la pasioo,
y
de
.este
modo no come(erémos injusticias. Dios
deb~
ts1
ar
~
1a cabeza de todo¡ este es su
lugar.
Aho~a
de rtas
sen–
sibilidades,
corrige
ese
estudio
~on
que buscas tus como–
didades,
y
tal vez tus
regalos;
pues miéntras te trates
coo tanta blandura, das
a
entender que te amas demasiado.
El
amor propio
e¡
un enemigo astuto
y
doméstico,
tan..
to mas temible, quanto
méoos
nos
rezelamos
de
él.
Quan..
do nos
halaga,
entónces nos hace traicioa: siempre de
e
2
in-
,
.