DESPUES DE PENTECOSTES.
36r
y
me ayudáron ea
el
ministerio evangélico con
Ciernen·
te
y
los <lemas compañeros de mis trabajos, cuyos nom–
bres están en el libro de la vida:
Quoruth
nómina sunt in
libro vitce.
No podia San Pablo dar una idea mas alca de
la virtud
y
santidad de sus amados compañeros, los que,
segun parece,
componían
el clero de /aquella nueva igle–
sia. Es
muy
probable
que
el Clemente
de
que
habla aquí
es el San Clemente que
fué
fiel compañero de San Pablo,
y
que sucedió -a San Pedro despues de
San
Lino
y
San Cle–
to en la
cátedra
de Roma,
y
cuya fiesta celebra la Igle–
sia
a
23
de noviembre.
- El evangelio de la misa de este dia contiene dos mi–
lagros de Jesucristo, uno en favor de una muger que pa–
decía fjuxo de sangre,
y
otro
en favor de un príncipe de
la sinagoga
a9C}uien
le ·resucitó una hija.
Acababa el Salvador _de librar
el
un endemoniado
fu–
rioso de una legion de demoaios ,
a
los quales había per·
mitido entrar en una piara de dos mil puercos que pas–
taban allí cerca;' todos los quales se fuéron
a
prec~pitar
al mar de Tiberíades, en donde se ahogáron·. La gente
del pais , mas
sensible
a
la pérdida de su piara, que al
milagro
obn\do
en
la persona
del endemoniado, rogáron
al Salvador se retirara de su
pais. El
Salvador, que no ·
quiere habitar· sino con los que quieren estar con él, les
dexó al
punto: habiendo atravesado el lago, volvió al la–
do de acá, del Jordán
a
la Galilea. Apénas hubo des–
embarcado, _quando
el
pueblo que le estaba aguardando
en la ribera se juntó al rededor de él, manifestándole sü
gozo,
y
el déseo que tenia de oirle.
.
Miéntras que el Salvador habla al pueblo en la
pla–
ya,
uno de los principales de la sinagoga de Cafarnaun,
l lamado Jairo (era
el
rabino que presidia ]as juntas), que
tenia una hija como de unos doc.e años muy enferma,.
rompe por entre la multitud , se llega
a
Jesucristo ' se
postra
a
sus pies,
le
adora,
y
le suplica encarecidamente
va ya
a
su casa ,
po.rque
babia dexado en ella una hija
que se estaba muriendo, la que c reo, añadió,
ya
habrá
muerto
a
e~ ta
hora. Pero solo con que vos querais toma–
ros el trabajo de venir
a
mi casa,
y
cogerl a de la mano,
tengo una fi rme confian za que
la
da réis
in fa libl emente
la
salud;
y
en
caso que
haya
muerto , la resucita réis. El
Sal-