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DOMINGO VE°INTE Y TRES
Salvador, lleno de benignidad
y
de complacencia quan–
do se trata de hacer bien , np delibera un momento , ·si–
no que parte al punto con aquel hombre. Sígue·
t;!
rodo el
pueblo que
se
había juntado
-al
rededor
de
él ;
y
como ·
~ada
uno
de
ellos
queria
estar junto
a
él,
le apretaban
tanto, que no podia _andar sino
con mucho tnibajo.
En el
camino
se le
ac~rcó
una muger que babia
doce
años se hallaba muy incomodada
de un
fluxo de sangre,
sin
que
en
este
tiempo hubiese podido encontrar ningun
alivio
en los. _remedios que la babian aplicado los
médi–
cos. Habiendo ojdo hablar
de
los milagros que hacia el
Salvador,
concibió
una
t an gran
confianza en
él,
que
de–
cia dentro de sí misma: con solo que
yo
pueda tocar su
vestido quedaré sana. Con este pensamiento se mete por
entre la
gente,
se
l lega por
detrás
del
Señlf·r, le
4
toca
el
ruedo
de
su vestido,
ó la
franja
de
que su
vestidura
es–
taba guarnecida por debaxo
a
uso del pais,
y
al momen–
to
se siente
sana
y
buena.
EJ.
Salvador,
que
no
ignoraba lo
que pasaba,
se
de–
tien-e,
y
vol
viéndose
se encara
a
la muger,
y
la
dice:
buen
_a nimo, .
hija, que
tu
fe
te
ha sanado. El
suceso
verificó
el dicho
del
Salvador, pues curó tan perfectamente de
su mal, que no la quedó la menor reliquia.
San
Márcos
añade,
que
conociendo en sí mismo el
Salvador la virtud que habia como salido de él,
y
cu–
rado la enferma, se volvió hácia la muchedumbre que le
seguia ,
y
d íxo:
i
quien ha tocado
mis vestidos?
.Quis
té–
tigit vestiménta
mea?
Sus discípulos le dixéron: Señor,
te aprieta tan ta muchedumbre de gente
que
te oprime,
y
preguntas
?.
quien me ha tocado? Sé muy bien lo que
digo,
replicó
el Salvador: alguno me ha tocado con una
fü
y
unas disposiciones
intenores
muy
diferentes que las
de los que me aprietan: quando decía esto miraba. al re–
dedor de sí'
como para
ver
a
la persona
que le babia
tocado, no porque Jo ignorase, sino porque
queria
que se
supiese de boca de la misma persona
con
quien acababa
de
hacer el milagro, la diferencia
que
hay
entre
llegar–
se
a
él con
una fe viva,
o
sin ninguna
disposidon.
La mu–
chedumbre
aprieta
a
Jesucristo' digámoslo así, en nu
s–
tras iglesias al pie de l al tar, en el comulgawrio;
5Ín em–
bargo, pocos le tocan de modo que merezcan ser curados.
Es-