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360

DOMINGO

VEINTE

Y

TRES

dium

meum

&

corona mea: sic state

in Dómino

clJarlssi–

mi

:

así , hermanos mios muy amados, que sois el objeto

de

mis deseos, mi gozo y ·mi corona, estad siempre, co–

mo lo e tais constantemente, unidos al Señor , carísimos.

Este elogio les hace mucho honor

a

los filipenses: da una

alta idea de su virtud , y parece no podía San Pablo ala–

barlos de

un

modo mas delicado y mas fino.

Su

constan–

cia en mantener pura la fe, sin embargo de todos los ar–

tificios de los falsos apóstoles, les habia merecido la es–

timacion

y

ternura del santo apóstol, cuya corona hacian

en parte los filipenses por su piedad, la que jamas de–

cayó de su esplendor por la regularidad de su . conduc–

ta , y por la pureza de sus costumbres. La epístola aca–

ba exhortando

a

Evódia

ya

Síntica

a

vivir con una.gran–

de armonía entre sí : eran estas dos

mugetf~s

de

gran–

de

autoridad , hacían grandes servicios

a

aquella iglesia,

y

habían tenido al gunas diferencias; el santo apóstol las

_

exhorta

a

la paz. Síntica escá en el número de las

San–

tas : de ella hace meticion el Mardrologio

a

22

de julio.

San Pablo encarga al fiel compañero de sus trabajos apos–

tólicos que contribuya

a

su perfecta reconciliacion,

y

que

las provea de quanto necesiten :

Etiam rogo

&

te

,

ger–

máne compar.

Era éste alguno de los mas distinguidos

y

acomodados entre los fieles de Filipos, cuyo nombre

se

ignora. Puede ser que fuera el obispo de Filipos; éste era,

al parecer' el único

a

quien convenia mas bien asistirlas

en sus necesidades, y restablecer entre ellas aquella bue–

na inteligencia que se habia ·alterado y desconcertado al ..L

gun tanto. San Pablo le recomienda. estas dos virtuosas

mugeres que le habían ayudado en el ministerio evangé–

lico; esto es, que habiéndose convertido muy luego

a

la

fe, habían contribuido despues mucho

a

la

conversion de

los otros. Como en la Grecia ·

y

-tambien en todo el

Orien-

te las mugeres se dexaban ver raras veces en público ,

no

podían los apóstoles trabajar en la conversion de ellas

sino valiéndose

de

ot ~ as

mugeres

ya

cristianas; y esto

es

lo que Evódia

y

Síntica habían hecho con mucho zelo

y

mucho fruto;

y

esto

es

tambien lo que en t iende San Pa–

blo, quando dice:

A djuva illas

qute

mecum

laboravérunt

·

in

eva¡ig élio

cum

Cleménte

,

&

cceteris

adj tttóribus

meis:

te pido

y

ruego las ayudes porque trabajáron conmigo,

y