DESPUES DE PENTECOSTES.
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Estando hablando el Sa lvador con esta
m g-:•r , vinié–
ron
a
decir al
príncipe
de la sinagoga
que
SLJ
hjja aca–
baba de espfrar' qtte sería bueno le ahorrase
a
J
sus el
trabajo
de
ir
a
su cas:i
a
curar
a
la
enf rma. Era
d"'
a–
siado
vi va su
fe para que
si~uiese
un tan pern"cioso con–
sejo. t:lega
a
su ·easa con el Salvador; no se
oía
en toda
la casa sino lloros , sollozos
y
griws la. timeros :
ya
el\-~
taban allí los músicos que en aquel tiempo se llama aa
a
los funerales para que tocasen con sus fl au tas tocatas·
lúgubres·
y
propias
de
semejantes lances.
Lo
primero
que
hizo Jesus fué
mandar
cesar todo aquel estruendo. Heti-
. ráos, les -dixo: ¿por que tantos lloros
y
tanto ru ido? No
liareis, pues esta niña duerme, no está
mu~rta.
Que ria el
Salvadcc1> deci¡ con esto, que aunque hubiese muerto ver–
daderamente no era por mucho tiempo;
y
que el estado
en
que la veían no debia mirarse sino como un suefío,
de que le era tan fácil hace rla salir, como lo es
a
qu aJ–
quier hombre el despertar
a
uno que duerme. Como los
que estaban presentes no comprehendian lo que
queria
decir Jesucristo, hiciéron
burla
de
él. El
Señor sin
em–
bargo decia la verdad ; pues una muerte
a
quien la re–
surreccion debe seguir inmediatamente, no
se
debe
mi–
rar
sino
como un sueño. Luego que se hubiéron todos re–
tirado, entra Jesus en
el
aposento de la difunta, acom–
pañado solamente del padre y madre de
la niña ,
y
de
sus tres amados apóstoles , Pedro, Diego
y
Juan ;
y
to–
mando
al~
difunta por la mano, la dice ·en voz alta,
y .
como ·quien
era
Señor absoluto de la vida
y
de
la
muer–
te: niña,
levántate;
y
al mismo punto se levantó
viva
y
sana. To.dos los que
la
babia
o
visto
muerta~
y
fuéron
res~
t igos oculares de su resurreccion quedáron atónitos
y
~in
poder hablar palabra; pero vueltos
bien
presto en
sr~ ·
pro- -·
rumpiéron en gritos
y
clamores
de
·go'zo,
en
ben
icio•
·
nes y en alabanzas que resenaban en .roda la
casa.
Por
mas que
d
Salvador 1es dixo
qu ~
no hablaran
del
mila–
gro, el milagro , dice San Márc·os ,
se
publicó al in.l\tante ·
en
toda
la ciudad,
y
todos admiráron
el
poder
exuaor–
dinario de aquel
Hbmbre- Dios.
Quando
el Salvador pro–
hibe
publicar
un mi agro que
no
p1Jede ·
es rn r
se
-~ r
t ,
no
quiere , al
parecer , dice un
intérpre te~
.sino
mosn
a
;l
sus ministros la humilde situacion de corazon en que de-
ben
'-