DESPUES DE PENTECOSTES.
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debeis dar
el
quien es vuestro Criador, vuestro supremo Se·
ñor, vue tro Padre :
R éddite ergo quce sunt Ccesaris, Cce–
sari.;
&
quce sunt Dei, Deo.
Palabras mi teriosas , que son
una gran leccion así
para
lo
faris os , como
para
los
he–
rodiano<l:
a
aquellos les
da
a
entender por la imágen
e
in
cripcion del César que llevaba la moneda que le presen–
taban , que hacian muy mal en Uspnjearse que eran libres,
pues la moneda
q
e corria en
eL
pais , declaraba bastan–
te que eran súbditos
y
tribu tarios, diciendo al mismo tiem·
po
a
é
tos , que la obligacion que tenían
de pagar
los
tri–
bu tos al príncipe no los dispensaba de dar
a
n ·os lo que
le debian como
a
su soberanos ñor.
Al César le debeis un tributo de dinero'
y
I
a
Dios
un
tributo "
e
adc ·acion, de amor, de
re
peto, de sumis·on
y
de al
banza. Dios o manda que pagueis al prínci pe el
tri buto que le debei i;;
.;
i pero estais
a a, o
ménos obligados
a
pa_
arl
a
Dios
1
tributo que os impone la re ligion , de
am
rle de todo corazon, de gua rdar su. mandamientos
con fi delidad , de ervirle con fervor,
y
de
creer
a
~ u
pa–
labra
~
i
Cum lis con e ta dos obligad nes
?
Los prín–
cipe
ti nen de: ·echos qu Dºos les ha adjudicado: Dios
ti n' der chos que se ha reservado,
y
ue
son innegables:
la verdadera piedad sabe unir los unos
y
los otros ; siendo
cierto que los príncipes no tienen súbditos mas fieles
y
mas
o
edi ntes que aquellos
a
quienes una piedad sincera hace
fieles
y
obedientes
a
Dios. Añade el evangelio, que Jos
fa–
ris
os
y
los herodianos , admirándose
de
esta
sabia
resp es·
ta , le dexáron
y
s
retirá ron :
Et audiéntes miráti sunt:
&
r
lli
to eo, abiérunt.
¡Vana admiracion, que no produ–
xo nada n
el
corazon de aquellos mal ados
!
Esto mis–
mo sucede aún todos
los dias
a
muchos cristianos. Se
admiran -de lo que leen
en
un libro: quedan encantados
de
oir
a
un
predicador, alaban
a
los Santos , tienen en
grande aprecio la máximas del evangelio ,
y
en esto se
encierra todo. iSon de pues
de
esto mas virtuosos, mas
re–
ligio o , mas
devotos~
El
espíritu, digámoslo así , paga el
tr"buto; pero
el
corazon se queda en sus extravíos
y
en sy
rebelion.
El
espíritu
es cristiano; pero
el
coraz0n
es pagano.
La