DOMINGO DIEZ Y
SIETE
que
le
sacr i fi~as
aquel la gala , aquel adorno;
y
que con es·
to
~re ten
'es probar
lo que le amas:
mañana
te será
fácü
da r .e alguaa otra prueba de lo mismo.
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L as personas que hacen profesion -de devotas, no de–
ben echar en olvido esta práctica. Si las víc timas que
tienen que inmolar no son de tan gran valor'
no
por
eso son de m enor mérito ,
y
muchas veces cuesta mas
trabajo el
sac ri fi carlas.
No
es un concurso munda no, no
es
la
pasion al
juego~
no
un
resen timiento,
no una gala Jo que
t ienes que sacri fic a r
a
Dios; pero puedes sacrifi; a rle la afi–
cion
a
ui;i dixe
poco conveniente'
oa
lo ménos supérfluo:
una pequeña ' indif"'rencía
o
frialdad, que suele se r e fecto
d
una
secreca envi J ia: puedes sacrificarl e
una
leve inmor–
ti
acion,
una falta de crianza, una
impolí.1:ica
de (.}atu–
ral, una
desigualdad
de humor, un defecto de mansedum,
bre, una
delicadeza
demasiado grande. Determina hoy
mismo qué víctima de éstas quieres
de~olla r
;
sea
este
pequeño
sacrificio la
prueba
que
le
dés
hoy
a
Dios
de tu
amor
y
de tu zelo. Un espejo , un adorno del gabin te
u
de la cama , d er tos mu ebles demasiado exquisitos cau–
sarán mucha
pena
a
la hora de
1a
muerte
a
unas personas
religiosas, las que
a
poca costa hubieran podido adquirir
~n
gran mérito para con
~ios,
privándose de ellos
du..
rante su
vida.
DOMINGO DIEZ Y OCHO.
DESPUES DE
PENTECOSTES.
Este
domigo
nada
tiene de particular. Llámase el domin–
go del Paralítico con la cama á cuestas , porque el evange–
lio que se lee e"n la misa del dia cuenta la historia de la
curacion del
paralítico,
a
quien el Salvador mandó
se
lle–
vara
su lecho en prueba
de~
milagro. Este evangelio en–
cierra
una de las pruebas µias
daras
y
mas
fuertes
de la
divinidad de J esucristo: todo
es
milagroso en él, todo es
instructivo; no hay circunstancia que no sea una leccion. La
epístola,
al
paso que
cuenta
los
favores
singulares
y
porten..
-
to-