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DOMINGO DIEZ Y
OCHO
pedem t·u8rum 1 Si ergo Da-
pies
1
Si David , pues , le llama
vid vocat e·um Dóminurn , quó-
Señor,
i
como es
hijo
suyo
1
V.
modo fitius ejus est 1
S
nemo
ninguno le podía responder
pa–
pó~e rat
ei respondére verbum:
labra : ni desde
aquel
día se
neque ausus f uit quisquam ex
atrevió
alguno
a
preguntarle
i/Ja dieeum
ámplius
interrogare.
mas.
MEDITACION
De los defectos que se hallan en el a1nor, que nos
lisonjeamos tener_
a·
Dios.
PUNTO · PRIMERO.
Considera, que la mayor parte de los .cristian.os no
aman otra cosa qué
a
sí mismos , aun quando se lison–
jean que aman mucho
a
Dios,
nada mas ingenioso en
disfrazarse, que el amor propio: toma- toda ·suerte
de
nombres
y
de figuras:
ya
es fervor, caridad, justicia;
ya
es devócion, zelo,
y a
veces se dexa ver tambien baxo
el respetable título de amor
üe
Dios. Nunca .está mas
tranquilo el amor propio que baxo de estas mascarillas:
la virtud le sirve siempre de abrigo
y
de escudo.
i
Pero
es
fácil que nos engañemos,
y
que equivoquemos el vicio con
la virtud
1
El
amor de Dios tiene un carácter inimitable; es
puro, desinteresado, generoso, ·constante, enemigo de
!.as
pasiones, sµa ·ve, paciente, mortificado, humilde. Quando
veas que una per ona es soberbia, inmortificada, impa–
ciente: quando veas que no tiene
sin~
unos relámpagos
de
-
f~rvor
,
unos .ca.prichos de devocion: quando veas que no
busca sino sus propios intereses , su satisfaccion, su
pro–
pia
gloria ;
no creas, no te
persuada~
que
ama
a
Dio9.
Se encuentran personas que hacen profrsion de amar
a
Dios,
y
que nunca están de mas mal hu·mor que qu3n–
do
le sirven. Inquietas, impacientes, impertinentes, co!é–
ricas, aun quando se li. onjean que aman
a
Dios
m~9;
los
dias de devocion
y
de fiesta no son los mas serenos ni los
mas pacíficos que tienen. Parece, que los exercicios de de–
vocion irritan su mal humor.
i
Unas personas tan impacien–
tes pueden lisonj ea rse que aman
a
Dios
~
Los efectos mas
ordinarios del amor de
Dios
son una mansedumbre ina l-
.
te-