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27'2

DOMINGO DIEZ Y

OCHO

pedem t·u8rum 1 Si ergo Da-

pies

1

Si David , pues , le llama

vid vocat e·um Dóminurn , quó-

Señor,

i

como es

hijo

suyo

1

V.

modo fitius ejus est 1

S

nemo

ninguno le podía responder

pa–

pó~e rat

ei respondére verbum:

labra : ni desde

aquel

día se

neque ausus f uit quisquam ex

atrevió

alguno

a

preguntarle

i/Ja dieeum

ámplius

interrogare.

mas.

MEDITACION

De los defectos que se hallan en el a1nor, que nos

lisonjeamos tener_

Dios.

PUNTO · PRIMERO.

Considera, que la mayor parte de los .cristian.os no

aman otra cosa qué

a

sí mismos , aun quando se lison–

jean que aman mucho

a

Dios,

nada mas ingenioso en

disfrazarse, que el amor propio: toma- toda ·suerte

de

nombres

y

de figuras:

ya

es fervor, caridad, justicia;

ya

es devócion, zelo,

y a

veces se dexa ver tambien baxo

el respetable título de amor

üe

Dios. Nunca .está mas

tranquilo el amor propio que baxo de estas mascarillas:

la virtud le sirve siempre de abrigo

y

de escudo.

i

Pero

es

fácil que nos engañemos,

y

que equivoquemos el vicio con

la virtud

1

El

amor de Dios tiene un carácter inimitable; es

puro, desinteresado, generoso, ·constante, enemigo de

!.as

pasiones, sµa ·ve, paciente, mortificado, humilde. Quando

veas que una per ona es soberbia, inmortificada, impa–

ciente: quando veas que no tiene

sin~

unos relámpagos

de

-

f~rvor

,

unos .ca.prichos de devocion: quando veas que no

busca sino sus propios intereses , su satisfaccion, su

pro–

pia

gloria ;

no creas, no te

persuada~

que

ama

a

Dio9.

Se encuentran personas que hacen profrsion de amar

a

Dios,

y

que nunca están de mas mal hu·mor que qu3n–

do

le sirven. Inquietas, impacientes, impertinentes, co!é–

ricas, aun quando se li. onjean que aman

a

Dios

m~9;

los

dias de devocion

y

de fiesta no son los mas serenos ni los

mas pacíficos que tienen. Parece, que los exercicios de de–

vocion irritan su mal humor.

i

Unas personas tan impacien–

tes pueden lisonj ea rse que aman

a

Dios

~

Los efectos mas

ordinarios del amor de

Dios

son una mansedumbre ina l-

.

te-