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DESPUES

DE

PENTECOSTES.

2 19

-

ocurrir

a

todas sus quejas

y

reconvenciones , convencí' -

dolos por su pro pia cond uc ta

de

la just" ia con que pro–

celiia ,

r

de la mal ignidad de sus mur muraciones.

¿Quien de vosotros ' les dixo' vi endo

a

su buey

oa

su asno cae r en un pozo el día del . ábado no cor re al

instan te

a

saca rle ?

iAcaso

po r espeto al dia los dexa

en

el pozo ha

ta

el d ia .

..., uient _

~

El Salvador les dexa que

hagau la

aplicacion

llos mismo ; era

demasiado

fácil

y

demasiado j usta para no "onfu ndirlos. Veía n que

onocia

su"'

ma~

secretos pensa mientas,

y

codo quanto teni an en el

corazon ;

y

nada

tenian

que responder

a

una pariedad de

razon

que no tenia

répl'ca .

A

í

quedá ron

mudos ;

p ·o

no

se hiciéron mejo ;

~ .

De este modo

se

apro· echaba el Sal–

vado· de to

s

las ocasiones para correg ir

o

para ins–

truir , pero siempre

con su

mansed umbre

y

prudencia

_or :Hnarias ;

res petando

a

las persona5 ,

y

contempori –

zand o con ellas al ln ismo tiem oo que reprehendia sus de–

Lctos.

El mi smo

es pír itu

de zelo

y

de caridad le obligó

i

darles

toJavía ot ra leccion muy import21nte para cor re–

gi r una necia vanidad que te ian todos los ar

·seos~

gua n–

do se

ponían

a

la mesa: no había uno que no se

apresura~

e,

y

esto

con descaro,

para po nerse en el mas honroso

puesto;

y

esta r idícula ambician era co rnn ' todos.

L

babia ad ve r tido el hijo de D ios al ponerse

la mesa:

I nténdens quómodó p r in:ios accúbitus el:! erent .

Para rebat' r

su o rgullo

y

su ambicion, les dió el Señor esta 1eccion de

h umildad , que el e vaageli ta no llama

pa r~bola

s!no

por–

que tenia un sentido figu rado;

y

porque lo que prescr i–

be aquí el Sal vador

a

los q ue soll

conv i dad os~

un banque–

te' debe a plicarse

a

las otras coyu ntu ras de

l?

vida.

Quando fueres convidado

a

una boda' les dixo, no te·

pongas en el primer pue.

to,

n9 sea que o t ro mas caracte–

rizado

ue

haya

sido con ·idad o,

y

que el

f}-Ue

os

ha

con ·

1

1dado

a

los dos se vea obli"gado

a

decirte : To.mad el

trabajo de

pone ro~

mas a

qXO'

y

ceJ ed

a

este ot ro

su

Iu–

g1 r ;

7.

que

co nfu ·don

s'.:: ría la tuya

e nrónc€s delante

de

l<J

gen te ?

¿

Quao to eoti rias el verte a:b0chor nado por 'lu in–

con

ideracioa ,

o

por tu ambicion? Para evi ta r, pues ,

este

sorirojo eltg-e

siempre

el

últ imo ·

lu~<H ,

para que vieado

tu

hum-iUad

el que te

ha

convidad ·, se pr-ende·

de

tu

mo-

des-