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DESPUES DE

PENTECOSTES.

213

los servicios

que

piden son sumamente opuestos. Dios

pi·

de un corazon vacío de toda aficion

a

los bienes terre–

nos;

y

el mundo pide un corazon abandonado

a

los de–

seos de los bienes criados. ¿Puede Dios llenar

un

corazon

que ya está poseido del · aqior de las riquezas?

Non po–

téstis

Deo servlre,

&

mammónte;

desde el instante en que

el demonio de las riquezas es dueño de un corazon ,

el

-amor de Dios está desterrado

de

él.

Mammóna,

es

una

voz siriaca, que significa dinero, tesoro,. ganancia. Aquí

se toma por una divinidad, porque en efecto los

hom–

bres lo sacrificaa todo

a

las riquezas..

Como el dinero sirve

para

todas las

urgencias

de

la

vida, esta necesidaq que de

él

se tiene, sirve ordinariamen–

te

e pret

to para justificar la pasion de tenerle, que

reyna en los mas ; por eso dice

aquí

el Salvador , que

si sirviéramos

a

Dios con fidelidad , con fervor

y

con

confiai;iza, nos libraríamos de muchas inquietudes;

y

este

Dios

todopoderoso, que vela tan eficazmente en las ne- ·

cesidades de las mas viles

criatura~,

proveería abundan–

temente

a

todas las nuestras.

Ne soliciti sitis

ánimce

vestrce

quid manducetis, neque córpori vestro quid induámini:

des- ·

cansad,

y

descargáos de wda solicitud sobre aquel que

os

ha

dado, no

solo

la

vida,

la

qual es mas estimable

que el alimento, sino tambien el cuerpo que vale mas

que el vestido: no temais que despues de haberos dada

la vida os rehuse lo que es necesario para conservarla.

z

De

quantos cuidados

y

farigas, las m':ls veces inútiles,

nos ahorraríamos, si pusiéramos nuestras necesidades en

manos de la

providencia~

El

que

provee

a

las necesida–

des de las aves,

i

podrá olvidarse de las de los

hombres~

El Padre celestial

que

alimenta las aves sin que se

to–

men el trabajo

de

hacer provisiones,

i

proveerá ménos

él

la

subsistencia de aquellos que

le

conocen,

le

am

n

y

le sirven? dice San Crisóstomo.

No

condena

aquí

el

Se–

ñor los cuidados ju ' tos

y

racionales'

que

debemos tener.

de nuestra manutencion: menospreciar los · medios que la

providencia nos da para que procu rémos las cosas ne–

~esarias

a

la vida, sería tentar et Dios. Jesucristo

sola~

m nte condena la inquietud, la desconfianza.,

y

la de–

masiada anxíedad.

Se

debe .obrar como si todo· el suceso

depeodi. ra de

nµestros

cuidados.,

die~

un

gran

santo,

y;

Tom. V.

O 3

de-