Table of Contents Table of Contents
Previous Page  222 / 416 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 222 / 416 Next Page
Page Background

212

DOMINGO CATORCE

tenecen

a

Jesucristo, concluye San Pabio, éstos han cru–

cificado su carne con los vicios y concupiscencias: los

verdaderos discípulos de Jesucristo, léjos de seguir los de,..

seos de la carne, y de hacer sus opras, la

crucifi~an

por

medio de una continua m0rtificacion. Su estudjo. ordina–

rio es reprimir todos los ímpetus de las pasiones,

mor~

tificar los sentidos, y ahogar todos los deseos de la con–

cupiscencia. No ha

y

virtud sin mortificacion : la mortifi–

cucion es quien conserva

y

mantiene la inocenda. El amor

del deleyte es el veneno del al ma.. ·La vida regalona no

fué

jamas una vida cristiana : no hay cristiano que no de–

ba decir: estoy olavado en la cruz con Jesucristo:

Christo

confíxus sum cruci.

El evangelio de la misa del dia es del

pítulo

xto

del evangelio de San Mateo:

Nemo potest

duobzt$

dómi–

nis servfre.

Es este evangelio una continuacion de la ad–

rni rable instruccion que hizo el Sal vadór

a

sus amados

discípulos, en la que despues de haberles enseñado cómo

se debe hacer la limosna,

y

el modo de orar, les da un

modelo de la oracion que deben hacer. Despues de esto,

les exhorta

a

no mirarse sobre la tierra sino como pere–

grinos, y les hace ver que no deben sus pirar sino por

los b'ienes celestiales

y

eternos , y que solo en el cielo,

por decirlo así, se debe hacer fortuna. Las riquezas son

aquel ídolo a que cada ttno y todos hacen sus votos : la

pasion de amontonar tesoros sobre tesoros, es un tirano

que hace ba(;tantes esclavos; es un amo harto duro que

manda con imperio, y

a

quien siempre se sirve con pér-·

dida; sin embargo, no falta quien le sirva.

i

Pero se pue–

de servir

a

Dios al mismo tiempo que se sirve al mun–

do, que se sirve

a

la concupiscencia, que se sirve al ído–

lo de las' riquezas ,

o

por hablar mas

propi~mente,

al

mismo tiempo que se entrega el corazon

a

la ·concupis–

€encia, y se sacrifica la quietud, la salud,

y

la misma.

salvacion

a

la avaricia

~

Desengañémonos ; Dios no sufre

que se ande

~n

particiones con su Magestad : si el cora–

zon es de otro, desde el mismo instante ya no es suyo•.

Nadie puede servir

a

dos amos : si sirve al uno , es me–

nester abandonar al otro. Son demasiado opuestos entre sí:

son de un carácter demasiado diferente para que tengan

criados comunes. Amar al uno, es aborrecer al

otro;,

pue1:1

·

·

los