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'l02

DOMINGO TRECE

revueita

y

c6rrompid.a, que inficiona todo el

temperamen–

to del cuerpo: es una especie de cáncer universal, que

casi no se cura

smo por

m il ag ro;

y

gue hace

y

vuelve

deforme

y

horroroso todo el cutrpo. La lepra enronque–

ce la voz

y

la

pone

cascada

y

trémula~

el

pulso

del enfe r–

n10 es

ténue y pesado, lenco y d etenido. La cara del .le–

proso se asemeja

a

un carboo medio

apa~ado.,

es pringosa,

r eluciente, hinchada., sembrada de postíLas

y

graous

muy

1

~

duros., de suerte que da horror. Sus ojos e tán roxos

e

in-

flamados: su lengua seca . , negra

y

u ~ci;:rada.

'Joda su piel

está cu bierta de

ll a ~as,

u

d_e e ca mas

como

un pe1:ca o:

'

todo su cuer po exhala una horrib le hediondez;

y

11

ga

a

t a l g rado de insen, ibj!jdad, que . e Je puede punzar

y

herir

el

brazo y las parces mas sensibles sin que síe ·:a alg

do–

lor. fin almPnte , todo su cuer po se pudre

y

muere, por

d ecirlo así,

áGtes

qu e

muera

el e nfermo; y

s·iente

un

tan

gran calor m

di gno, que

se abrasa en el mas intenso frío.

No

e~

po<iibl e

hac~r

una pintura mas parecida

del

pecador

que la del

le

roso : no es necesa rio hacer la aplicacion;

qualqui era p ' t>de

fáci lmen te hacerla; n'1da da mas golpe

que

sta

emej

nLa.

El pecado se puede llamar la lepra

dd

alma. Com p1ehende

el

mal que es el

recado:

no hay ve r–

d adero mal sobre Ja

tierra

sino

aqu

.1

que jamas puede

ser mirado como un bien;

y

que solo ros priva

dd

verda–

dero bien ·,

y

de la misma fuente de todos los ' bienes;

y

tal es el

pecado.

.

El pecado, de qualquiera lado que se mire, siempre es

pecado. Juzguemos de él como Dios juzga : el pecado será

eternamente el objeto de su aborrecimiento

y

de su indig·

nacion; eternamente Jo será de

nuestro

a rrepentimiemo;

i

como, pues, puede ser ahora objeto de nuestras solicitu–

des

y

de

nuestra

complacencia~

Todo

quanto

llamamos males sobre la tierra,

no

lo son

sino en quanto son conseqüencias del

pecado.

El pecado

es quien ha inunJaqo Ja tier r a de tantas calamidades; quien

ha

encendido

e

inflamado los fuegos del infierno :

'olo

el

pecado hace infelices

a

los hombres

i

donde qu ie ra que rey–

na la inocencia, se h Jla el gozo

y

la

tran quilidad.

Sien–

do D ios un bien infinito, siendo el mismo D ios

todo

bien,

no puede comunicar otra cosa. Solo el pec::ido· hace t o–

do

el

mal, p.riváodon0s de este bien.

iEs

esta la

idea que

se