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DOMINGO TRECE
revueita
y
c6rrompid.a, que inficiona todo el
temperamen–
to del cuerpo: es una especie de cáncer universal, que
casi no se cura
smo por
m il ag ro;
y
gue hace
y
vuelve
deforme
y
horroroso todo el cutrpo. La lepra enronque–
ce la voz
y
la
pone
cascada
y
trémula~
el
pulso
del enfe r–
n10 es
ténue y pesado, lenco y d etenido. La cara del .le–
proso se asemeja
a
un carboo medio
apa~ado.,
es pringosa,
r eluciente, hinchada., sembrada de postíLas
y
graous
muy
1
~
duros., de suerte que da horror. Sus ojos e tán roxos
e
in-
flamados: su lengua seca . , negra
y
u ~ci;:rada.
'Joda su piel
está cu bierta de
ll a ~as,
u
d_e e ca mas
como
un pe1:ca o:
'
todo su cuer po exhala una horrib le hediondez;
y
11
ga
a
t a l g rado de insen, ibj!jdad, que . e Je puede punzar
y
herir
el
brazo y las parces mas sensibles sin que síe ·:a alg
do–
lor. fin almPnte , todo su cuer po se pudre
y
muere, por
d ecirlo así,
áGtes
qu e
muera
el e nfermo; y
s·iente
un
tan
gran calor m
di gno, que
se abrasa en el mas intenso frío.
No
e~
po<iibl e
hac~r
una pintura mas parecida
del
pecador
que la del
le
roso : no es necesa rio hacer la aplicacion;
qualqui era p ' t>de
fáci lmen te hacerla; n'1da da mas golpe
que
sta
emej
nLa.
El pecado se puede llamar la lepra
dd
alma. Com p1ehende
el
mal que es el
recado:
no hay ve r–
d adero mal sobre Ja
tierra
sino
aqu
.1
que jamas puede
ser mirado como un bien;
y
que solo ros priva
dd
verda–
dero bien ·,
y
de la misma fuente de todos los ' bienes;
y
tal es el
pecado.
.
El pecado, de qualquiera lado que se mire, siempre es
pecado. Juzguemos de él como Dios juzga : el pecado será
eternamente el objeto de su aborrecimiento
y
de su indig·
nacion; eternamente Jo será de
nuestro
a rrepentimiemo;
i
como, pues, puede ser ahora objeto de nuestras solicitu–
des
y
de
nuestra
complacencia~
Todo
quanto
llamamos males sobre la tierra,
no
lo son
sino en quanto son conseqüencias del
pecado.
El pecado
es quien ha inunJaqo Ja tier r a de tantas calamidades; quien
ha
encendido
e
inflamado los fuegos del infierno :
'olo
el
pecado hace infelices
a
los hombres
i
donde qu ie ra que rey–
na la inocencia, se h Jla el gozo
y
la
tran quilidad.
Sien–
do D ios un bien infinito, siendo el mismo D ios
todo
bien,
no puede comunicar otra cosa. Solo el pec::ido· hace t o–
do
el
mal, p.riváodon0s de este bien.
iEs
esta la
idea que
se