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DOMINGO T '"! ECE
Iglesia de Je"ucristo corta
y
separa de su cuerpo! Por
ma~
qlle
se
lisonjeen
de
'e~ tar
siemp re unidos
a
la cabeza ' si
ei currpo no los reconoce por ·sus miembros,
y
si ya no
son miembro . ,
i
como
es t ~ ráo
unidos,
ó
cómo
de~ende
ráa de la cab
'Za '?
Los
apóstoles se lastirµa t. an
de la
infe–
liz suer te de aquelios gue reengend rados por 1as agua s sa–
ludab1es
del
báutismo ,
e
instruidos por el espíritu de
V
r–
dad en la.
escuda
de
Je
u ·~risto,
habian cerrado los ojós
a
la
luz para
andar
n
ttnieblas:
de
aquel os, que entregados ··
a
su pro pio espí itu, solamente tenian por guía al espí–
r il u, del
error. Estaban entre nosotros, decian los
a pós–
toles, - sin ser de los- nuestros: llevaban el
no~bre
de cris–
tianos sin tener el e píritu
de
CrLto. El apóstol deseaba
y
anunciaba toda suerte de bendiciones , go
, confi
rza,
e'
inmortalidad biena va:nturada
a
los verdaderos fieles'
a
los que inmobles en
]a
fe, no se d.exaban llevar de una
par te
a
otra
de todo viento '
en
punto de doctrina, ni se
dexaban engañar de la malicia de los hombres,
y
de
los
a rdides de que se sirven éstos
para
envol verlos en el error,
sino que ántes bien practicando la verdad , crecen de to-.
dos modos en aquel que
es
la cabeza
y
el Cristo. Pero en·
quanto
a
aquellos que son
~m igos
de disputas' que
se
obstinan en no rendirse
a
la
verdad, que. perseveran
pQr–
fiad os en el er ror
y
en el extravío; éstos no tienen que
esperar sino el enojo , la indignacion
y
la infelicidad eterna:
lis autem , qui sunt ex cont.entione,
&
qui non acquiéscunt
veritáti, credunt auteni iniquitáti, ira
&
indignátio.
Tal
es el ca rácter de los hereges, que solo por un espíritu de
indoci lidad
y
de contestacion rehusan rendirse
a
la verdad.
Y si este espíritu de division, de rebelion, de obstinacion
subleva tan justamente contra ellos las potestades de la tier–
ra;
i
que deben esperar de la indignacion de Jesucristo,
quan o vendrá
a
juzgarlos~
Este Señor
sab~á
muy bien hu–
millar entóoces estos corazones rebeldes,
~stos
espíritus in–
dóciles;
y
venga r
a
la Jglesia ,..su esposa, del menosprecio
que hab rán hecho de sus juicios
y
decisiones. No hay nie–
bla de quantas obscurecen la fe que no nazca de la
cor- '·
ru p ion del corazon ,
y a
quien la soberbia y el orgullo
no baga mas densa
y
es pesa. De aquí esa ceguedad , que
apartando la vista del desvarro
y
extravío., causa la
,per–
tinacia en el error. Quitad la corrupcion del corazon
y ,
,
el