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200

DOMINGO T '"! ECE

Iglesia de Je"ucristo corta

y

separa de su cuerpo! Por

ma~

qlle

se

lisonjeen

de

'e~ tar

siemp re unidos

a

la cabeza ' si

ei currpo no los reconoce por ·sus miembros,

y

si ya no

son miembro . ,

i

como

es t ~ ráo

unidos,

ó

cómo

de~ende­

ráa de la cab

'Za '?

Los

apóstoles se lastirµa t. an

de la

infe–

liz suer te de aquelios gue reengend rados por 1as agua s sa–

ludab1es

del

báutismo ,

e

instruidos por el espíritu de

V

r–

dad en la.

escuda

de

Je

u ·~risto,

habian cerrado los ojós

a

la

luz para

andar

n

ttnieblas:

de

aquel os, que entregados ··

a

su pro pio espí itu, solamente tenian por guía al espí–

r il u, del

error. Estaban entre nosotros, decian los

a pós–

toles, - sin ser de los- nuestros: llevaban el

no~bre

de cris–

tianos sin tener el e píritu

de

CrLto. El apóstol deseaba

y

anunciaba toda suerte de bendiciones , go

, confi

rza,

e'

inmortalidad biena va:nturada

a

los verdaderos fieles'

a

los que inmobles en

]a

fe, no se d.exaban llevar de una

par te

a

otra

de todo viento '

en

punto de doctrina, ni se

dexaban engañar de la malicia de los hombres,

y

de

los

a rdides de que se sirven éstos

para

envol verlos en el error,

sino que ántes bien practicando la verdad , crecen de to-.

dos modos en aquel que

es

la cabeza

y

el Cristo. Pero en·

quanto

a

aquellos que son

~m igos

de disputas' que

se

obstinan en no rendirse

a

la

verdad, que. perseveran

pQr–

fiad os en el er ror

y

en el extravío; éstos no tienen que

esperar sino el enojo , la indignacion

y

la infelicidad eterna:

lis autem , qui sunt ex cont.entione,

&

qui non acquiéscunt

veritáti, credunt auteni iniquitáti, ira

&

indignátio.

Tal

es el ca rácter de los hereges, que solo por un espíritu de

indoci lidad

y

de contestacion rehusan rendirse

a

la verdad.

Y si este espíritu de division, de rebelion, de obstinacion

subleva tan justamente contra ellos las potestades de la tier–

ra;

i

que deben esperar de la indignacion de Jesucristo,

quan o vendrá

a

juzgarlos~

Este Señor

sab~á

muy bien hu–

millar entóoces estos corazones rebeldes,

~stos

espíritus in–

dóciles;

y

venga r

a

la Jglesia ,..su esposa, del menosprecio

que hab rán hecho de sus juicios

y

decisiones. No hay nie–

bla de quantas obscurecen la fe que no nazca de la

cor- '·

ru p ion del corazon ,

y a

quien la soberbia y el orgullo

no baga mas densa

y

es pesa. De aquí esa ceguedad , que

apartando la vista del desvarro

y

extravío., causa la

,per–

tinacia en el error. Quitad la corrupcion del corazon

y ,

,

el