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QUARTO
MIÉRCOLES
pondió con un tonó intrépido
é
indignado:
ya os
he dicho
~
una
y
otra vez cómo me ha dado vista : os lo he
dicho~
y
lo habeis
oidp:
iá
qué
fin
volvéroslo
á
rep¿tir
~
i
Por
ven–
tura, q'ueréis ser discípulos suyos? Esta expresion dicha de
un modo
natural
é
ingenuo, sin. intencion
de
ofenderlos,
.' les
chocó'
y
los
irriitó de suerte,
gt.ieno 'le respondiéron
sino
df~ :-;carg:rndo
sobre él
mil
injurias.:
sé
tú
discípulo
su–
yo,
si gustas;
nosotros no
quer~mos
otro-
maestro
q1Je
á
IVloyses,
á
quien sabemos habló el
Señor.
En quanto
á
és–
te, ni sabemos quién
es,
ni de dónde viene.
i
No
es
un gran
prodigio, replicó el hombre que habia sido curado, que
no
sepaís de dónde es, ni
quién
es
este hombre,
y
que me ha–
ya
abierto fos ojos á mí que nací cieg0
?
Vosotros nos en–
señais
que Dios no oye
á
los pe/cadores: que tampoco hace
·
inilagro~
pata
autorizar
la falsa piedad de los hipócritas;
·pero sí.
qu~
oye propicio
á
los que le sirvea
~on
fidelidad.
i
Se ha oidó decir jamas que persona, viviente haya abierto
los
ojo$
á un ciego de nacimiento? Este lo ha hecho,
i
y
vosotros pretendeis que sea un mal
hombre~
.
· Una reflex1on
tan
juicio-,a
y
tan -cuerda
no pareció. so–
portable
·á
aquellos
pretendidos
doctores.
i
Que ('le
dixé–
'rori) ,.
tú
cargado de pecados,
tú,
indigno' de ver
la
luz, quie- ·
res hacer de doctor' en este ·congreso? ¡.Que
bien
parece que
,tú ,
hombre miserable, quieras darnos
leccione~
á
nosotros,
1}artos de revolver
los
libros de
la
ley~
Ea, fuera de aquí,
~.amas
vuelvas á comparecer en nuestra
presenc~a.
El
S.a,1..:·
vador,
que
no
tarda
en
conso~ar ~
los
que
padec~n
por
el,
habiet1do sabido que·lo habian expelido
y
como
excomul–
gado,
fué
'á
eneontrarlo;
y
habiéndole preguntado si creía
en
~l
hijo
d12
Dios:
i
quien es el hijo de Dios, respondió
el..
ciego
q1.rado?
Dátndo
á
cqnocer
para ,ql:Je
yo crea en él•.
Tú io
has
visto, le dixo Jesus,
y
es el mismo que
ha,bl~
ton-·
tigo. A
~stas
palabtas,
tran~portado
de
gozo . aquel
pol?le
hombré,
exclamó: ·creo, Señor ·, creo en vos.;
y
postrán–
dose
á
sus
pies, lo adoró como á su D.ios , su bienhechor,
y
st1
soberano
maestro~
La
fe
viva de est·e nuevo discípulo,
consoló al Salvador del endure'cimiento de los farisebs. El
· niilagro de
~ a
'curadon
d:el
·~i.~go
loo hizo
á
ei1o's·ma.s' degos.'.
ele
lo que estaban; donde se
·'ve
cómo
la
ceguedad·volunta:..
ria es
incurablé.
Dios
nos ·previene, nos· solicita , nos
mue–
. ve;
pero
no
nos
convierte
ja111as
si nosotros no querémos.
.
·
. ,'
La