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2.80

QUARTO

MIÉRCOLES

pondió con un tonó intrépido

é

indignado:

ya os

he dicho

~

una

y

otra vez cómo me ha dado vista : os lo he

dicho~

y

lo habeis

oidp:

qué

fin

volvéroslo

á

rep¿tir

~

i

Por

ven–

tura, q'ueréis ser discípulos suyos? Esta expresion dicha de

un modo

natural

é

ingenuo, sin. intencion

de

ofenderlos,

.' les

chocó'

y

los

irriitó de suerte,

gt.ie

no 'le respondiéron

sino

df~ :-;carg:rndo

sobre él

mil

injurias.:

discípulo

su–

yo,

si gustas;

nosotros no

quer~mos

otro-

maestro

q1Je

á

IVloyses,

á

quien sabemos habló el

Señor.

En quanto

á

és–

te, ni sabemos quién

es,

ni de dónde viene.

i

No

es

un gran

prodigio, replicó el hombre que habia sido curado, que

no

sepaís de dónde es, ni

quién

es

este hombre,

y

que me ha–

ya

abierto fos ojos á mí que nací cieg0

?

Vosotros nos en–

señais

que Dios no oye

á

los pe/cadores: que tampoco hace

·

inilagro~

pata

autorizar

la falsa piedad de los hipócritas;

·pero sí.

qu~

oye propicio

á

los que le sirvea

~on

fidelidad.

i

Se ha oidó decir jamas que persona, viviente haya abierto

los

ojo$

á un ciego de nacimiento? Este lo ha hecho,

i

y

vosotros pretendeis que sea un mal

hombre~

.

· Una reflex1on

tan

juicio-,a

y

tan -cuerda

no pareció. so–

portable

·á

aquellos

pretendidos

doctores.

i

Que ('le

dixé–

'rori) ,.

cargado de pecados,

tú,

indigno' de ver

la

luz, quie- ·

res hacer de doctor' en este ·congreso? ¡.Que

bien

parece que

,tú ,

hombre miserable, quieras darnos

leccione~

á

nosotros,

1}artos de revolver

los

libros de

la

ley~

Ea, fuera de aquí,

~.amas

vuelvas á comparecer en nuestra

presenc~a.

El

S.a,1..:·

vador,

que

no

tarda

en

conso~ar ~

los

que

padec~n

por

el,

habiet1do sabido que·lo habian expelido

y

como

excomul–

gado,

fué

eneontrarlo;

y

habiéndole preguntado si creía

en

~l

hijo

d12

Dios:

i

quien es el hijo de Dios, respondió

el..

ciego

q1.rado?

Dátndo

á

cqnocer

para ,ql:Je

yo crea en él•.

Tú io

has

visto, le dixo Jesus,

y

es el mismo que

ha,bl~

ton-·

tigo. A

~stas

palabtas,

tran~portado

de

gozo . aquel

pol?le

hombré,

exclamó: ·creo, Señor ·, creo en vos.;

y

postrán–

dose

á

sus

pies, lo adoró como á su D.ios , su bienhechor,

y

st1

soberano

maestro~

La

fe

viva de est·e nuevo discípulo,

consoló al Salvador del endure'cimiento de los farisebs. El

· niilagro de

~ a

'curadon

d:el

·~i.~go

loo hizo

á

ei1o's·ma.s' degos.'.

ele

lo que estaban; donde se

·'ve

cómo

la

ceguedad·volunta:..

ria es

incurablé.

Dios

nos ·previene, nos· solicita , nos

mue–

. ve;

pero

no

nos

convierte

ja111as

si nosotros no querémos.

.

·

. ,'

La