NOVIEMBRE.
DIA
II.
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Quiénes mas acreedores
a
nuestra conmiseración que aque–
llos que ni se
pued~n
ayudar
a
~í mis~os,
ni los
es
lí–
cito dexarse ver, ·m
se
l~s
permite pedir socorro
~
Un
pobre encarcelado , metido en un obscuro
ca~abozo
, cu–
yas lágrimas no se pueden ver ,
cuyos
gemidos
y
cla–
mores no se pueden oir, es bien digno de lástima. Ta–
les son las almas del purgatorio. Quántas están pade–
ciendo en aquellas tenebrosas mazmorras , que no tie–
nen amigos ni parientes que se acuerden de ellas? Quán–
tas están ardiend9 mas de cien años ha en aquellos hor–
nos encendidos
~
O, qué bello objeto de una caridad ver–
daderamente christiana
!
No te contentes con hacer
hoy
oracion en general por todos los fieles difuntos , segun
el espíritu de
la
Iglesia: ofrece todos los dias algunas
oraciones en particular por las ánimas del purgatorio,
y
alguna mas especialmente por las que tienen ménos
sufragios
y
están mas desamparadas. Todas las sema–
nas
ó
a
lo ménos todos los meses has de determinar un
dia pai:a esta importante devocion. De quando en quan–
do da algunas buenas limosnas, haz algunas penitencias,
algunas buenas obras , algunas comuniones : celebra
o
manda decir algunas misas por las ánimas pobres
y
des–
atendidas. Pocas devociones hay que sean mas gratas·
al Señor y mas provechosas para nosotros.
2
Los medios generales para socorrer
a
las bendi–
tas ánimas, son los ayunos, las oraciones, las limosnas,
las penitencias , las mortificaciones , sean de la especie
que fueren ,
y
todas las buenas obras , que todas son sa–
tisfactorias , porque todas tienen algo de penosas. En
todas nuestras acciones podemos hallar motivo para ali–
viar con ellas
a
las almas del purgatorio , sin que nos
sean mas gravosas, ni nos · cuesten mas trabajo. Así. co–
mo todos los disgustos , todas las molestiás , todos los
contratiempos que nos suceden , nos pueden servir pa–
ra satisfacer por nuestras culpas , así tambien Jos po–
demos aplicar en satisfaccion
de~
las de nuestros her–
manos. Aflicciones .. enfermedades, humillaciones
aíren·
tas, injurias, adversidades, todo puede contribuir para
purificarnos de nuestros pecados.. y para satisfacer
a
la
divina
j~sticia
po_r aquellas pobres
_al~as.
Algunas per–
sonas virtuosas JUzgáron tan mentona esta devocion;
e
que
,,