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NOVIEMBRE. DIA III.

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Meditaba cod gusto en la ley santa del Señor , comia

poco, se mortificaba mucho, ocupábale enteramente la

presencia de Dios ,

y

concurriendo algunas veces con su

maestro

a

una casa de campo, la vista de la naturaleza

le elevaba hasta poner los ojos del alma en su sobera–

no autor. Levantaba sus puras manos al cielo para que

se subiese hasta él el holocausto de su purísimo amor,

y

el cielo recibia con gusto un sacrificio tan puro. Aque–

llos grandes principios prometian grandes fines ,

y

los

fines correspondiéron

a

aquellos grandes principios. Al

paso que iba creciendo en edad, iba tambien recibien–

do de Dios luces mas vivas, las que hiciéron tanta im–

presfom en su corazon, que al fin se resolvió

a

d.exar el

mundo.

Había

en

la.

ciudad de Ardinaka

un

hombre , cuya

penitente vida se hacia admirar de quantos temian no–

ticia de

·SU

austeridad

y

de su virtud. Buscóle Malachias

con el fin de que enseñase alguna regla para su direccion

y

gobierno personal. Asombró

a

todos la resolucion del

generoso mancebo. Sentado humildemente

a

los pies de

Imacio (así se llamaba su maestro), le enseñaba

a

obe–

decer

y

obedecia. Hizo conquistas su obediencia:

con~.

tentábanse ántes todos con admirar la penitente vic;ia de

Jmacio; pero quando viér-on que el tierno Malachfas pro–

fesaba tambien la misma' _se esforzáron otros

a

imitar–

le;

y

él.,

que hasta entónces era el único hijo de su pa–

dre espiritual , en breve pasó

a

ser el primogénito de

muchos hermanos ; pero sosteniendo siempre el honor

y

el carácter de la primacía, ménos por la anterioridad

en la disciplina, que por la superioridad en las virtu–

des. Movido de esto el obispo , le ordenó de diácono

a

pesar de su modestia que le obligaba

a

reputarse -muy

indigno del sagrado ministerio. Entró en

él

por la voca–

cion de Dios,

y

le desempeñó con su gracia. Propúso..:.

se por modelo

a

San Estéban para las funciones del mis–

mo ministerio,

y

copió perfectamente su inocencia, su

zelo

y

su caridad. Teniendo

a

su

cargo el cuidado de

las viudas

y

de los huerfanos , veló en la c-0nservacion

de su vida : hízose agente de los pobres abandonados,

y

con sus propias manos enterraba

a

los muertos. Ni al

nuevo Tobías le faltó materia en que exercitar la pa-

C

2

cien-