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AÑO CHRISTIANO.

qotada de pingües rentas que habia empleado muy mal.

Aceptó el Santo la abadía por consejo de su director el

beato Imar: puso en ella monges., cuyo gobierno tomó

él

su

cui¿·ado;

y

aquel antigu0 monasterio que de. tiempo

inmemorial habia decaído de su primitivo lustre, Je

re–

cobró baxo la direccion de nuestro Santo, volviendo

a

sttr

el monasterio mas exemplar y mas floreciente de to–

da lr·landa •

. E ra el exemplo del superior como el alma de aque–

lla fervorosa comunidad. En todos los exercicios de la vi–

da

monástica se veía primero el abad. No era menester

mas que ·verle para-aprender: sus obras eran la regla viva;

sin ma s que ver . lo's monges al Santo, se hacían santos.–

Nunca se dispensó en el menor de los exercicios: la t'm ica

singularidad

q,ue

se le notó,

fué

que era mucho mas

aus–

tero consif;;o mismo de lo que prescribía el instituto. Pe–

ro lo que daba mayor eficacia

a

sus palabras

ya

sus exem'-

'

p.os

,

fué

el don de

mila~ros

con que Dios le favoreció. Un

albañil de los que trabajaban en la iglesia nueva del monaste–

rio recibió inocentemente un golpe de hacha en el espina–

zo,

a

cuya violencia nat1:1ralmente babia de espirar: acu–

dió · el Santo

a

socorrerle, abrazóle,

y

en el mi smo punto

qMedó sin lesion alguna; pero todo el vesr ido hasta la

carne cortado para testimon io del mi lag ro.

A

poderóse ..de

un monge un frenesí tan violento , que le hacia prorumpi r

en Jos excesos mas furiosos: hizo

el

Santo sobre

él Ja

señal

de

la cruz, y en el mismo instante quedó enteramente

sa.no

.

Habiendo muerto por e) te tiempo

el

obispo de Con–

nerth , se uniéron todos los votos del pueblo

y

del clero

para

col oc~r

en su lugar

a

San Malachías. Su resistencia so- _

lo sirvió para encenderlos mas los deseos. Acudióse

a

la

autori~ad

del beato lmar,

su ·

perpetuo director, y la de

su metropolitano el arzobis po

de

Armagh , para vencer

su ·

repugnancia

y

su humildad• .No le hiciéron fu erza las

razones, y

fué

menester echar mano del precepto. Man–

dóse1e obedecer,

y

el Santo, que era humilde ''Porque

era

sant0',1obedeció.

Fué

consagradó·

a

los treinta años de s u

edad;

y

aunque sintió todo

el

peso de

la

carga

episcopal,

cuyas obl igaciones conocia, no se desalen tó; -ántes

se

es–

fo rzó

·a

.desempeñar dignamente todas las funciones

de

tan

tremendo ministerio. ,

,-

.

Lue-