CAPITULO VI.
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ovium quae ascenderunt de la–
vacro , omnes gemellis foetibus,
et sterilis non est in eis.
6
Sicut cortex mali punici,
sic genae tuae absque occultis
tu
is.
7
Sexaginta
sunt
Reginae;
et o&oginta concubi nae , et ado–
lescentularum non est 79umerus.
8
Una · est
columba mea,
perfecta mea , una est matris
suae , eleeta genitrici suae. Vi-
1
La Escritur:;i. parece hacer aqu! alu–
sion a 'lo que en aquel tiempo se vefa en
los P alacios de los R eyes de Israel , en
d ond e efeCl:ivamentc ha ia muchas muge–
res que tenian el nombre de Reynas o
mugc res de primer orden : otras que aun–
que erJn muge res legitimas , eran llama–
d as concubinas
0
de segundo orden ' por–
que no gozaban de la dignidad
y
privile–
gio de aquellas:
G enes.
xxv.
6.
y
xxxv.
y
las otras doncellas eran las que estaban
reservadas para escoger de ellas las que
h abian de entrar en e
1
n{unero y goce de
R eynas , o de mugeres de primer o rden;
o tambien las que estaban en la clase de
sirvientas o de 'doncellas. Sentado pues
e~to
' y que aqul se toma el nurnero de–
finido por el indefinido ; para encarecer
al
Esposo el amor singular con que dis–
tingue a su Esposa , declara que la ama
con tanta preferencia sobre todas las o–
tras que aqul se re
ren, que las demas ·
en su comparacion no merecen este
nom~
bFe de amor; y que aunque hay allf mu–
chas , solo su Esposa es a quien prefiere
en el amor.
Y
as! dice
v.
8.
Unct sofa
es mi p alorna .
En las Reynas , concubi–
nas y doncell as se fi guran tl'es ordenes
.de personas en la Iglesia Militante.
Los
q ue c"mienzan o esd.n auo como en la
in fancia de la piedad : los que ban cre–
cido o adel antado alguna cusa ; pero que
reyoa todavfa en ellos mas el temor que
la caridad :
y
los perfetl:os , qu e son los
que estan estrechamente unidos con su
Esposo por uo principio de amor. Mas
por quanto es muy dificil que la caridad
Tom. VI.
ovejas que subieron de lavarse,
tod as con crias mellizas ,
y
no
hay esteril entre ella .
6
Como corteza de grana–
da ,
asi
tus mexilla
sin
lo
que
en
ti
se esconde.
7
Sesenta son
las
Reynas ,
y
ochenta
1!
concubina
, y las
doncella s son
sin
numero (.
8
u
a sola es
mi
paloma,
mi perfeeta , u nica de
SU
ma–
dre
2
,
escogida de la que la en-
sea absolutamente sin temor en este mun–
do ; y por otra parte la carid ad que es
perfecra , echa fuera de sf
todo tc: mor;
I.
IoaNN.
IV.
18.
de aqof es, que no de–
bemos mirar pr9piamente a la Jllt5lesia,
co–
mo la p aloma que es ifoica
al E sposo,
y
por consiguienre elevada sobre todas las
otras mu geres ; sino quando la caridad
perfeCl:a , hab iendo desterrado de sf to–
do temor , reuna como e
su seno pa–
ra gloria de su Esposo
todas aquellas
que ban tr abajado durante esta vida , pa–
ra hacerse dignas de poseerle aunque en
grados diferentes. De modo que aunque
hay sesenta Reynas, ochenta concubi–
nas, y donce ll as sin numero; esto no obs–
taote una sola es la p aloma , porqoe to–
do esti encerrado en el seno de la Igle–
sia Catholica, que ha de ser presentada a
J
esu Christo ' como a
SU
unic.:o Esposo,
como una vlrgen tod a pura.
II.
Cor.
x1 .2 .
~
La madre de esta paloma debe ser
otra paloma.
Y
asi es , porque la I gle–
sia debe ser considernda como el fr uto
espiritual ,
y
la obra del E spiritu Santo;
pu~
verdaderamente foe form ada por es–
ta Di vi na Paloma el dia de P entecos res,
que en el la escogio , aparto
y
separo
d e todas las otras. H ay al gunos
o obs–
t ante , que apli ca n t odo esto
fl
la I gle–
sia Militante, y tambi en a la Triumphan–
te. Vease lo d icho en el Cap.
Iv .
7. Y
por la madre de la {inica E sposa , y de
la paloma escog ida , entienden la
J
erusa–
lem que es d . en lo alto , que es verda–
deramente libre , y t ambien nuestra ma–
dre ,
G alat.
1v.
26.
de la qual la que es-
G