CAP ITU L 0 V.
47
o pulcherrima mulierum
?
~
quo
dedina
vit
dilectus
tu
us
et
quaeremus eum tecum?
1
Sabidas las facciones y sefias por a–
quelJ as doncellas ,
y co nociendo con
quan justa razon es tabJ enamorada la Es–
posa , atormentindose
y
cuiciandose por
su ausenci a ;
y
moviendolas a11'ora a com–
p asion su tormento con el deseo de re–
medi arl e , piden de nuevo a la Esposa,
que si lo sabe, les
d
iga hacia donde cree o
imag ina haber declinado su amado, porque
ira1
en so compa6.1a a buscarle.
Y
por eso
dicen :
~
Donde ha declinado tu amado
..•
A
Jo qua! parece que responde la Espo–
sa
en.
el
priocipio
del
Capltulo siguien-
do, o la
ma herrrcsa de
las
mu–
gere
· ?
~a
d6nde ha declinado tu
arnado,
y
le buscaremos con
ti
go'?
te. M.
L EON.
L a felic.:id ad de estas donce–
Jlas con sistio en unirse con
Ia
Esposa; por-
que d e otra ui.:rte
no
Imb ier
podido ja-
mas ni conocer
ni
hall ar
al
po.so .T odas
las I glesias , que son como nacidas de la
I glesia Apostolica, no
h::m
podido buscar
con seguridad al Esposo, sino en la un ion,
y
sig uiendo las tareas de la Igl esia primi–
tiva, fund ada por los Santos Apos toles,
que fueron y seran hasta el fin de los si–
glos el fund amento de! edificio espirimal
de todos los Christi anos ,
Et
super
hmtc
petram acdificctbo
...
MATTH.
xvr. r 8.
CAPITULO
y
I.
Nuevos elogios de la Esposa que le da el Esposo. Ella es hermosa,
y
asimisrno terrible.
1
DueCl:us meus descen–
dit ad hortum suum ad areo–
lam aromatum , ut pascatur in
hortis , et lilia colligat.
2
Ego dileCl:o meo , et di–
lectus meus mihi , qui pascitur
inter !ilia.
1
Se ha de entender, que la Esposa
di ce est as palabras respondieudo a las
hi–
jas de J erusalem, no en tono de afirmar–
]o ; porque si sabia en donde estaba su
Esposo, parecia superfiuo que le anduviese
buscando perdida por todas p artes ; sino
como sospechando que habria ido a su
jardin•, logar en que solia esta r freqiiente–
mente recrefodose con las yerbas oloro–
sas que habi a en el, apacentando
SU
gana–
do,
y
cogiendo entre tanto hermosas fio–
res. E l huerro de los aromas es la I gles ia,
a donde .d esc iende Jesu Christo para ha–
cer en ell a de Pasror,
y
apaceotar a los
suyos con su p alabra
y
Sacramemos en
1
Mi amado descendi6
a
su
jardin a
la era
de los aro–
mas, a a pacentar en l.os huertos,
y
a coger azucenas •.
2
Yo para mi amado,
y
mi
amado para mf
2
,
que apacienta
entre las azucenas.
sos amenlsimos huertos;
y
para coger las
santas obras de los que le son .ficles ,
y
apiobarlas
y
remunerarlas.
0
tambien
para cortar de esta vida a los perfec–
tos
y
probados ,
y
asociarles con los
Angeles.
2.
Vease el Cap.
1r.
16.
Mi ntras es–
t aba diciendo estas palabras , resuel ta de
ir al huerto a busc ar a su Esposo, se le
pone este delante ;
y
viendola t an af,rna–
da ,
y
la grJnd e congoja con que le bus–
caba , con muesrras de! mas vivo
y
en–
cendido amor le habla con el mayor ca–
rifio.
P ascatur
se pnede tomar en sen–
tido
aftivo
y
pasivo.