0
EL CANTICO DE LOS CANTICOS.
quefaeta est ut locutus es t : quae–
s i vi, et non inveni
ilium: vo–
ca vi, et non respondit mihi.
7
Invenerunt me
custodes
q ui circumeunt Civitatem: per–
c usse r unt me , et vulne ra verunt
n1e:
tule unt
pallium qieum mi–
hi
custo
ces
m u rorum.
8
Adiuro vos , filiae Jerusa–
lem ,
si
inveneritis
dileetum
m eum , ut nuncietis ei , qu_1a a-
anima se derritio luego que ha–
bl6 : lo busq
ue ,
y
no le
halle:
lo llame,
y
no me respondi 6
c.
7
Hallaronme
las
g uardas
que van de ronda por - la Ciu–
dad : hirieronme ,
y
llagar on–
me : quitaronme
el
rnan to
las
guard
as
de
los rnuros
2
•
8
C6hjuroos , hijas de
J
eru–
salem , si hallareis a mi arnado,
que
le
digais , que de amor es–
toy enforma
3.
mo e langueo.
~~
con que m e habia comenzado a alumbrar,
y
aq ue lla fo er te y
efica~
inspiracion con
que me hizo sacudir l a pereza
y
saltar de
la cama , d exa ndome desolada y afligida,
y
sq lamente ung id a d e myrrha : y esto
no por o
·o de mi persona, sino por cas–
ti go d e mi pereza, y p oca
urba1~idad
que
h abi a usado con
el '
y para que en otra
ocasion me portase con m ayor tiento y
cautela: y al mismo tiempo para infla–
m ar- mas mi
<i
,seo con su ausencia , y o–
bligarme a que le ame con mayor ardor,
y
le busque con mayor solicitud y ansia;
y
d es pues de habe rle hallado , le guarde
con mayor ate ncio n y cuidado.
Luego
que habl6
mi am ado de este modo, pucs
s u retirad a foe p ara mi una voz muy alta
y
seve ra : que reprehendia mi pereza
y
t ard anza'
mi anim
'/,
se d erriti6;
quede co–
ma fu e ra d e m1 , llena de tristez a , de pe–
n
a y d e estupor; p·e ro esta no
foe
t a! que
movi ese e n m f al g una desconfianza , o
qu e me q uitase las (uerzas p ara ir en bus–
c a d e el , inteS-/'me aumcnto las ansias,
d indome
mayo~ es
estfmulos para salir a
buscarle. Sall en e fetl:o :
L
Lo busque
por t odas partes,
y
le
halle
:
lo
!lame
con tiernos y rep etidos
gemidos ,
y
no me r espondi6.
No ya en
e l rega ' y delicias d e mi cama, sino. por
l as calles cubiertas de lodo en tre densas
tini ebl as , su frie ndo la inclemencia d e l ay–
r e frio , llo rand o , d ando g ritos y g emi–
d os ; pe ro se h izo· sordo a rod as mis vo–
c es
y
lamentos , qu eriendome ensefi. ar por
expe ri enc ia q ue ha d e pe rse verar mucho
ti cmpo e n busca r y llamar a Dios, el que
c o n poca ur ban idad le hi zo es perar mucho
quandQ
este Senor
le b uscab.t
y
llamaba.
~
Cuenta la Esposa coma salio a bus–
.car a so Esposo , al modo que en el Cap.
III. 2 .
pero esta seg unda vez foe maltra–
t ada y herida , y con poco comedimien–
to despoj ada dd velo o m.into que lleva–
ba sobre la cabeza : con lo que d ,i a en–
tender quc no habi a rehusado cxponerse
a todos los peli g ros a trueque de h ,dl ar a
su amado. Ea el senrido e spi ritual es g ran
verdad que todos los que con ansia buscan
a Christo , tropiezan siempre en grandes
estorbos y contradicciones :
y
es cosa de
grande admiracion, que los que tienen de
oficio la guarda, la vela y cargo del bien
publico, y en quien de razon habia de
t c ner todo su amparo la virtud ; estos
mi smos en muchas ocasioncs la pe,rsiguen
y
m altratan.
M.
LEON.
3
No parece qu
hizo mucha impre–
sion en el Corazon de la Esposa el
mal
trat amiento que h abia recibido de las guar·
das , porque Jo teni a herido de otra Haga
m as profunda ; y as! todo su consue lo es,
que sc pa su Esposo qua nta es lo que le
· ama , la qne anda as.f perdida por hallar–
le : y por esto a los primeros que en–
cuentra , les encarga que se lo digan ,
y
le lleven esta no tici a ; por quanto
mu–
chos d es pcr t ando a sus clamores , hom–
bres y mYJgeres, habian acudido a ver que
era aque llo. Ruega pues a todos estos, que
den nuevas a su E sposo , si le hall are n, d e
la ll ama de amor que
la
abrasaba
y
con u–
mi a.
En
est0 se representan
los
clamores
y
fervor<;>sos ruegos , con que la I g lesia
y las almas fieles imploran el favor y so–
corro de los otros fiel es , y de ·lo s Santos
que viv en
y
r ey nan y a con
J
esu Christo
en
los
C ie los. El H ebreo
y
los Lx x. con