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EL LIBRO DEL ECLESIASTICO.
sti tia sua roeditabi tur , et in sen–
su
cogi tabit ci rcumspeetionem
D ei.
23
Qui excogitat vias illius
in corde suo , et in absconditis
suis intelligens , vadens post
il–
lam
q uasi investigator ,
et
in viis
illi us consistens:
·
24
Qui respicit per
fene–
stras illius , et in ianuis illius
audiens:
25
Qui requiescit iuxta
do–
m um illius , et in parietibus
il–
lius figens palum ; statuet ca–
sulam
suam
ad manus
illius,
et r equiescent in casula illius
bona per aevum:
26
Statuet
filios
suos
'-sub
t eg mine illiui, et sub ramis eius
morabitur:
'1idur{a m
o.ditara
cbsas buenas
,
J'
que
con su prudencia hablara cosas santas,
y qite en su corazon piensa sus ci!tmlnos.
.1
D e la sabidurfa , aplicindose a co–
s:iocer Ia voluntad
y
condu&: de Dios , a
leer su divina palabra p ara entrar en la
inteligencia d e sus sec retos :
y endo
en
pos
de el/a,
como un cazador
que sigue un
rast ro
,
buscaodol a por las criaturas ,
y
p or la imitacion de los exe.mplas d e
los
S an tos :
y esta
d.
asiento en sus caminos,
en la con temp lacion e imitacion de la lm–
mild ad , paciencia , mansedumbre d el Sal–
v ador, qu e es el modelo de todas n ucs–
tras acci ones ,
y
el camino verd ad ero por
dond e hemo s de llegar a el )
y
es asi–
m ismo nuestra vid a.
s
E l que llegando a' sus venta
s ,
y
h allando las cerrad as, registra y acecha por
os
~esquicios
que hay en ellas , y apli–
ca el oido a las puertas , para ver si pue–
de
alcanzar a ver u oir alguna cosa de la
s abidurfa que alli se encierra. La casa de
la sabid uria es
el
Cielo:
sus wmtanas
son
las divinas Escri t uras , las instrucciones
que rcq bimos p or med io de los Ministros
del Evangclio ,
y
las
inspiraciones con
que Dios nos habla al corazon.
L a
J'Uer-
y
el que rned i tara en su justi cia
y
pensara con cord ura de
la
providencia de D ios.
23
El que piensa los caminos
de ella en su corazon
1
,
y
entien–
de sus arcanos, que va en pos de
ella coma q uien sigue un rastro,
y
esta de asiento en sus caminos:
24
El que mira por sus ven–
tanas
2
,
y
estci escuchando en
sus puertas:
25
El que mora cerca de su
casa;
e hincando una
es~aca
en
sus paredes
s ,
asienta al
lado
de ella su casilla ,
y
en esta
ca–
silla tendran sus bienes reposo
para siempre:
26
Pondra sus hijos a la som–
bra de ·ella
4 ,
y
morara debaxo
de sus ramos:
ta
d.e est a casa e! la I gl esia , ante la qu al
nos pos tramos ,
y
aun ll amamos fr
eqii.en–
t eme nte implorando su misedco rd
ia , p a–r a que nos franquee · Ia entrada por medio
de la participacion de sus Sacramentos.
l
Para atar a ella las cuerdas que han
de sostener su tienda :
a
las m ,,inos
,
al
/ado
,
cerca
de el!a .
E
hincando
.un
p alo;
esto es , una .firme confiaoza que hemos
de tener en la gracia
y
socorros de Dios
por los meritos de Jesu Christo : y esta
confi.anza no se
log ra sino haciend ose
violencia por medit] de la mortificacioo
y
de la penitencia:
asienta su casilla al !a–
do
de dla ;
puesto que vive en este mun–
do como· de paso , como peregriao y co–
mo pobre :·
y
e'li
esta casilla tendran.
sus bie.nes r eposo
;
porque en este es t a–
do esperad. con reposo los bienes cter–
nos que tiene .Dios prometidos a los hu–
mi ldes
y
pobres de espfritu.
.Ill
Gr iego
x cd
'X.cXTcXAVCTEi
Ev
KcX'r«Avµ. a-ri
a ya8wv,
y
r eposara en
/c,
casa
de
los biencs.
4
Segun la carne o segun
el
csp!ritu;
porque procurara in p irarl es su p iedad,
y
el amo r a la sabi<lu rfa :
y
mor artf
lla xo
l as ram tu d e el/a ,
de la sabidu ria , q ue
cs el irbol de
Ja
vida :
y
all{ sert£
defen-
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