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~08

EL LIBRO DEL ECLESIASTICO.

sti tia sua roeditabi tur , et in sen–

su

cogi tabit ci rcumspeetionem

D ei.

23

Qui excogitat vias illius

in corde suo , et in absconditis

suis intelligens , vadens post

il–

lam

q uasi investigator ,

et

in viis

illi us consistens:

·

24

Qui respicit per

fene–

stras illius , et in ianuis illius

audiens:

25

Qui requiescit iuxta

do–

m um illius , et in parietibus

il–

lius figens palum ; statuet ca–

sulam

suam

ad manus

illius,

et r equiescent in casula illius

bona per aevum:

26

Statuet

filios

suos

'-sub

t eg mine illiui, et sub ramis eius

morabitur:

'1idur{a m

o.ditara

cbsas buenas

,

J'

que

con su prudencia hablara cosas santas,

y qite en su corazon piensa sus ci!tmlnos.

.1

D e la sabidurfa , aplicindose a co–

s:iocer Ia voluntad

y

condu&: de Dios , a

leer su divina palabra p ara entrar en la

inteligencia d e sus sec retos :

y endo

en

pos

de el/a,

como un cazador

que sigue un

rast ro

,

buscaodol a por las criaturas ,

y

p or la imitacion de los exe.mplas d e

los

S an tos :

y esta

d.

asiento en sus caminos,

en la con temp lacion e imitacion de la lm–

mild ad , paciencia , mansedumbre d el Sal–

v ador, qu e es el modelo de todas n ucs–

tras acci ones ,

y

el camino verd ad ero por

dond e hemo s de llegar a el )

y

es asi–

m ismo nuestra vid a.

s

E l que llegando a' sus venta

s ,

y

h allando las cerrad as, registra y acecha por

os

~esquicios

que hay en ellas , y apli–

ca el oido a las puertas , para ver si pue–

de

alcanzar a ver u oir alguna cosa de la

s abidurfa que alli se encierra. La casa de

la sabid uria es

el

Cielo:

sus wmtanas

son

las divinas Escri t uras , las instrucciones

que rcq bimos p or med io de los Ministros

del Evangclio ,

y

las

inspiraciones con

que Dios nos habla al corazon.

L a

J'Uer-

y

el que rned i tara en su justi cia

y

pensara con cord ura de

la

providencia de D ios.

23

El que piensa los caminos

de ella en su corazon

1

,

y

entien–

de sus arcanos, que va en pos de

ella coma q uien sigue un rastro,

y

esta de asiento en sus caminos:

24

El que mira por sus ven–

tanas

2

,

y

estci escuchando en

sus puertas:

25

El que mora cerca de su

casa;

e hincando una

es~aca

en

sus paredes

s ,

asienta al

lado

de ella su casilla ,

y

en esta

ca–

silla tendran sus bienes reposo

para siempre:

26

Pondra sus hijos a la som–

bra de ·ella

4 ,

y

morara debaxo

de sus ramos:

ta

d.e est a casa e! la I gl esia , ante la qu al

nos pos tramos ,

y

aun ll amamos fr

eqii.en

t eme nte implorando su misedco rd

ia , p a–

r a que nos franquee · Ia entrada por medio

de la participacion de sus Sacramentos.

l

Para atar a ella las cuerdas que han

de sostener su tienda :

a

las m ,,inos

,

al

/ado

,

cerca

de el!a .

E

hincando

.un

p alo;

esto es , una .firme confiaoza que hemos

de tener en la gracia

y

socorros de Dios

por los meritos de Jesu Christo : y esta

confi.anza no se

log ra sino haciend ose

violencia por medit] de la mortificacioo

y

de la penitencia:

asienta su casilla al !a–

do

de dla ;

puesto que vive en este mun–

do como· de paso , como peregriao y co–

mo pobre :·

y

e'li

esta casilla tendran.

sus bie.nes r eposo

;

porque en este es t a–

do esperad. con reposo los bienes cter–

nos que tiene .Dios prometidos a los hu–

mi ldes

y

pobres de espfritu.

.Ill

Gr iego

x cd

'X.cXTcXAVCTEi

Ev

KcX'r«Avµ. a-ri

a ya8wv,

y

r eposara en

/c,

casa

de

los biencs.

4

Segun la carne o segun

el

csp!ritu;

porque procurara in p irarl es su p iedad,

y

el amo r a la sabi<lu rfa :

y

mor artf

lla xo

l as ram tu d e el/a ,

de la sabidu ria , q ue

cs el irbol de

Ja

vida :

y

all{ sert£

defen-