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CAP 1 TU LO XXIII.

ciaÍll Civitatem hanc quam ele–

gí , lerusalem , et domum , de

qua dixi : Erit nomen meum

ibi.

28

¿

Reliqua autem

sermo–

num Iosiae , et universa quae fe–

cit , nonne haec scripta sunt in

Libro verborum dierum Regum

luda?

29

In

a

diebus eius ascendit

Pharao Nechao Rex AEgypti

contra Regem Assyriorurn , ad

:fiumen Euphratern : et abiit lo–

sias Rex in occursurn eius : et

occisus est in Mageddo , curn

vidisset eum.

30 Et portaverunt eum ser–

vi sui mortuum de Mageddo; et

pertulerunt eum in Ierusalem, et

sepelierunt eum in sepulchro suo.

Tulitque Populus terrae Ioachaz

filium Iosiae : et uoxerunt eum,_.

et constituerunt eum

ege

pro

patre suo.

31

Viginti

6

trium annorum

echaré esta Ciudad que escogí,

a Jerusalem , y a la casa, de la

que yo dixe: Estará mi nombre

allí.

28

¿

Mas el resto de las ac–

ciones de J

osías

,

y todo lo que

hizo , no está escrito todo ello

en el Libro de los Anales de los

Reyes de J udá ?

29 En su tiempo se movió

Pharaón Necao 'Jley de Egyp–

to contra el

Re~

de los As–

syrios, hácia el no E¡¡phrates:

y salió el Rey , J osías .a su en–

cuentro

z :

y luego que le vió

3,

fué muerto en Magedo

4,

30 Y lleváronle sus siervos

muerto de Magedo ; y conduxé–

ronle a Jerusalem , y lo enterra–

ron en su sepulcro. Y tomó el

Pueblo de la tierra a J oacáz.

s

hijo de Josías : y ungiéronle,

y declaráronle Rey en lugar de

su padre.

31

Veinte y tres años tenia

~~

L os Historiadores profanos le lla–

man

Necos

o

h~hos,¡

como

,5e-

puede ver

en

HERODOTO

Lib.

IJ.

en donde refiere

esta cxpedicion de Pharaón contra el Rey

de Assyria llamado N abopolasár.

• Véase el

JI.

de los Paralip6m.

:xxxv.

21. f2 .

donde se leen las circuns–

tancias de este hecho.

3

Al primer encuentro.

4

Fué herido de muerte en Magedo,

y

murió en el camino llevándole a J eru–

salem.

11.

Paralip. xxxv. 23.

Un fin se–

mejante tuvo Acáb el mas impio

y

per–

verso de los Reyes de l sraél en la batalla

de Ramóth en Galaad. Por lo que si el

hombre no tiene nada que esperar para

despues de su muerte

,

la suerte de J osías

no fué mas feliz que la de Acáb. El justo

que en todo el espacio de su visla no hi–

:z;o sino lo que era agradable a fos ojos

d~

a

r¡.

Paralip. xxx v.

1~.

Dios , y que siguió constantemente las

huellas de David su padre , fué confun–

dido con el impío , que segun la expre–

sion del Propheta Elías , se vendió para

cometer la iniquidad a los ojos del Se–

ñor. Este solo exemplo , aunque no

tu–

viéramos otras pruebas , es mas que sufi–

ciente para convencernos ólJUe nuestras al–

mas son inmortales , y que no es en esta

vida el lugar donde Jos buenos y los ma–

los reciben lo que es debido a sus obras.

~

Este era hijo segundo de J osías ,

y

es el mismo que

J ohauán.

En elr.

de los

P aralip.

IIJ.

15.

se llama

primero

por' su

dignidad Real : el Pueblo solicitado por

él le dió eiReyno,

y

quiso ser ungido para

afirmarse mas en él , por

qua~o

sJbia que

pertenecía a Joakím su hermano mayor.

Y así vuelto de su expedicion

el

R ey da

E gypto, puso a este en lugar del primero.

6

11.

Parnlip. xxxvr.

2,