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C A

P 1T U L O 1

X.

349

C A P

1 T U L O 1

X.

Dios aparece segunda vez a Salomdn, le p1·omete la estabilidad del Tem–

plo q11e le babia edificado,

JI

la firmeza del throno, con tal que guar–

de exác1amente sus preceptos. Salomdn ofrece a Hiráw veinte Ciuda–

des

:

JI

envia su armada a Ophfr que le trae g1·an cantidad de oro.

1

F

a6l:~m

est. autem cum

perfecisset Salomon aedificium

domus Domini et aedificium

Regís , et omne quod optaverat

et voluerat facere ,

2

Apparuit ei Dominus se–

cundo

a

,

sicut apparuerat ei in

.Gabaon.

3 Dixitque Dominus ad eum:

Ex:wdivi orationem tuam et de–

precationem tuam quam de–

precatus es coram me : sanél:i–

:ficavi domum hanc quam aecl.i–

:ficasti , ut ponerem no etn meuln

ibi in sempiternum , et erunt

oculi mei et cor meum ibi eun–

él:is diebus.

• En sueños como

primera vez.

2

Estas promesas que hace Dios a

Salomón parecen absoluras ; pero si se

sigue leyendo el texto, se ve que la du–

racion eterna del Templo dependia de la

fidelidad de los Israelitas en gúardar la

Ley de Dios. Mas su orgullo no les de–

xaba ver lo que por sí es tan claro ;

y

así quando

J

I!REMIAS

les hacia presente

esta condicion ,

y

les anunciaba la rui–

na enter.a de este Templo sino cesaban

de ofender a Dios., le echaban de sí co–

mo un falso Propheta ,

y

un enemigo de

la

Religion;

lEREM.

vu.

4· pero el su–

ceso verificó la prediccion del Propheta.

Las amenazas que hizo Dios a Salomón

por lo que miraban al Templo material,

no pueden aplicarse a la Iglesia univer–

sal de Jesu Christo ; porque su duracion

a Supra

III.

5.

11.

Paralip.

vu.

I 2.

1

Habiendo pues Salomón

acabado el edificio d' la casa del

Señor

y

del Palacio Re 1,

y

todo

lo que babia deseado

y

querido

hacer,

2

Apareciósele • el Sefíor se–

gunda vez, como se le babia apa–

trecido en Gabaón.

3 Y díxole el Señor:

He

oí–

do tu oracion

y

tu plegaria

que has hecho delante de mí:

he santificado esta casa: que

has edificado , a fin de esta–

blecer en ella mi nombre para

siempne;

y

mis ojos

y

mi co–

razon estarán allí en todo tiem–

_po

~.

será eterna , mediando para esto una pa–

labra

y

promesll del Señor absoluta ,

y

sin restriccion. Mas la eJCperiencia de mu–

chos siglos nos ha

enseñ~do

, que -aun–

que la Iglesia universal no pueda pere–

cer ; esto no obstante , puede suceder

esta desgracia

a:

las Iglesias p.miculares

en castigo de

los

pecados de los P dsto–

res y de los Pueblos. Aquellas gr:mdes

Provincias del Oriente que recibieron las

primeras la luz del

Evang~lio,

el Egyp–

to , la Syria, una gran parte del Afri–

ca , y mucha parte de los Reynos

del Norte , son otMs tantas pruebas de

la. verdad de las pal.•hras que pronun–

ció Jesu Ohristo :

Yo os declaro qut el

Reyno de Dios os

s~r.í

quitado,

J'

que

sení

drtdo

a 1m

Putblo

que

producü·á

sus frutos.

MATTH.

XXI.

43· Estas <;les-