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CAPITULO XVIII.

puero Absalom

?

Dixit Achi–

maas : Vldi tumultum magnum .

cum mitteret Ioab servus tuus, o

Rex , me servum tuum : nescio

aliud.

30 Ad quem Rex : Transi,

ait, et sta hic. Cumque ille tran–

sisset , et staret,

31

Apparuit Chusi: et ve–

niens ait : Bonum apporto nun–

ciurri , domine mi Rex : iudica–

vit enim pro te Dominus hodie

de manu omnium qui surrexe–

runt contra te.

32

Dixit autem Rex ad Chu–

si :

¿

Estne pax puero Absalom?

Coi respondens Chusi : Fiant,

inquit , sicut puer , inimici do–

mini mei Regís, et universi qui

consurgunt adversus eum in ma–

lum.

- 33

Contristatus itaque

Rex,

ascendit

coenaculum

portae,

et

flevit. Et

sic

loqueba ur

vadens : Fili mi " Absalom,

Absalom

fili mi :

¿

quis mihi

tribuat ut ego

mor~iar

pro

te,

Absalom fili mi ,

:ftli

mi Absa–

lom?

• P

ax

se toma por la vida y por to–

dll

suerte de bienes , como dexamos ya

110tado en varios lugares.

• MS.

3· R odéate.... e rode6se.

3

MS. 8.

Muy p esante.

No debemos

persuadirnos que estas lágrimas y dolor

de D avid solo eran efeél:o de una ternu–

ra natural. La fe daba a este santo Rey

otras miras mas puras y sentimientos mas

elevados. Miéutras vivió Absalóm espe–

raba siempre que Dios movería su cora–

zon ,

y

que podria volver sobre sí. Por

a

l11jra

XIX.

vo

1

mi hijo Absalóm

?

Y res–

pondió Aquimaas : Vi levantar–

se un gran tumulto quando Joáb

tu siervo me despachó a mí tu

siervo, o Rey : no sé otra cosa.

30

Y

el Rey le dixo: Pasa

z,

y ponte aquí.

Y

habiendo pasado,

y puéstose en su lugar,

·

31

Se dexó ver Cusi; y llegan–

do dixo : Buenas nuevas traigo,

señor y Rey mio ;

p~rque

el Se–

ñor te ha hecho hoy justicia , y

te ha vengado de todos los que

se levantaron contra tí.

32 Y

el Rey dixo a Cusi: ¿Es

vivo mi hijo Absalóm?

Y

respon–

diéndole Cusi : Así sean tratados,

respondió , como él lo ha sido,

los enemigos del Rey mi señor,

y todos los que se levantan con–

tra él para dañarle.

33

Entónces el Rey lleno de ,

tristeza

3

subió a una sala que es–

taba sobre la puerta , y púsose a

llorar.

Y

paseándose decía así:

Hijo mio Absalóm, Absalóm hi–

fio mio: ¿quién me diera que yo

muriera

4

¡gor

tí ,

Absalóm hijo

mio , hijo mio Absalóm?

esto encargó tao expresamente a sus Ge–

nerales que le conservasen con ,,ida. Mas

quando supo que babia muerto con las ar–

mas en la mano

y

en la impenitencia , su

alma quedó traspasada del dolor mas vi–

vo , y

su corazon lleno de amargura,

considerando la desgracia eterna en que

se babia precipitado.

.

4

David sin la men or duda hubtera

abrazado con resignacion

y

alegría los ma·

yores trabajos y aun

l.t

muerte tempot·al,

solo por librar a Absalóm de la eterna.