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CAP 1 TU LO XXIV.

5 Et dixerunt serví David

ad eum : Ecce dies de qua lo–

cutus est Dominus ad te : Ego

tradam tibi inimicum tuum , ut

facias ei sicut plaeuerit in ocu–

lis tuis. Surrexit ergo David, et

praescidit oram chlamydis Saul

silentcr.

.

6

Post haec percussit

cor

suum David, eo quod abscidisset

oram chlamydis Saul.

7 Dixitque

ad viros suos:

Propitius sit ·mihi Dominus, ne

faciam hanc rem domino meo,

christo Domini , ut mittam ma–

num meam in eum , quía christus

Domini est.

8 Et confregit David viros

suos sermonibus, et non permi-

Los compañeros de David se ima–

ginaban que le era

pe~mitido

asegurar su

vida , quitár:dosela a aquel que np busca–

ba sino su muerte; y para esto le l1a ' n a

la memoria lo que sin duda habrian oido

al mismo David , que Dios le había pro–

metido poner en sus manos a su eneffitgo.

Pero esra promesa del

Señor.no

qucrf<nle–

cir que David en esta Qfasion podia ma–

tar lícitamente a Saul , sino que el Señor

dispoudria las cosas de tal modo , que a–

quel mismCI Saul que con tanto furor bus–

caba su muerte, vendría a ponerse por sí

mismo en sus manos.

MS. 8.

El orieillo.

Para poder con

esto dar un testimonio a Saul , y conven–

cerle de que no habi:t querido quitarle la

vida.

3

MS. 7.

Fué repiso.

Porque podía

ser mirada esta accion como un ultraje

hecho a

la

m.,gestad de un Rey.

4

No puede haber cosa que dé mayor

idea de la virtud sólida de David , que la

grande accion que aquí se nos refiere.

David tiene derecho al Reyno : Saul se

halla desechado de él : el throno que ocu–

pa ya no le pertenece : se porra con Da–

vid como un tyrano : no busca sino oca–

siones y medios para quitarle la vida: na-

5 Y dixeron a David sus gen· ·

tes : He aquí ' el día del que

te dixo el Señor : Yo te entre–

garé tu enemigo , para que ha–

gas con él lo que bien te pare–

ciere. Entónces David se levan–

tó , y sin ser sentido cortó la

orla

2

del manto de Saul.

6 Des pues de esto tuvo D avid

pesar

3

en su corazon , por haber

cortado la orla de

anto a Saul.

7 Y dixo a su gente: El Cielo

no permita que yo haga una tal

cosa al que es mi amo , al ungi–

do del Señor, ni que yo extien–

da mi mano contra él, porque

es el christo del Señor

4.

8 Y contuvo David a sus gen–

tes con sus razones , y no les per-

da hay que pueda hacerle entrar en senti–

miento justos

y

moderado : miéntras vi–

va Saul no hay seguridad ni reposo para

David. Dios pone a este en las manos la

ocasíon mas favorable de deshacerse de

una vez de su enemigo : le instan para

que no la pierda : le hacen presente que

en esto no hace mas que segnir las órde–

nes de Dios :

y

los que así le hablan le

ofrecen sus manos para la execucion. Pe–

ro todas estas consideraciones no bastan a

contrastar la lealtad y

justicia del mejo r

vasallo qua! lo fué David. Ilustrado con la

luz del Cielo que es luz verdadera, se per–

suade, que Dios no le habia puesto delanre

esta ocasion para que escuchase las voces

de la carne y de la sangre , sino para que

tuviese la gloria de haber ahogado en su

i:orazon el deseo de la venganza ; y así se

opoue con firmeza a la violencia de sus

gentes : respeta la uncion divina en su

mas cruel enemigo , y como si su persona

sagrada le hubiese sido confiada en dcp6-

sito

se declara so proreél:or

y

defensor

con

~quellas

palabras que d,tn bien a en–

tender el distinguido car:tél:er d<.:

J.¡

mages–

tad Real, y el respeto inviolable con que

se deben

respct~r

y venerar · en

tod.1s

circunstancias sus sagradas personas.