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EL
APOCALY~SIS
DEL APOSTOL S. JUAN.
milae et tritici et iumento–
rum et ovium et
~qul>l'~m
et rheda rum et manc1p10rum
et animarum hominum.
I
4
Et poma desiderii ani–
mae tuae discesserunt a te , et
omnia pinguia et praeclara pe–
rierunt a te , et amplius illa
iam non invenient.
15
Mercatores horum , qui
divltcs faéti sunt, ab ea longe
stabunt propter
timor~m
tor–
men torum eius, tientes ac !u–
gentes,
r6
Et dicentes: Vae, vae
Civitas illa magna, quae ami–
él:a erat bysso et purpura et
<wcco
,
et deaurata erat aura
et lapide pretioso et margari–
tis:
17
Quo~iam
una hora desti–
tutae sunt tantae divitiae. Et o–
mnis gubernator, et omnis qui
in lacum navigat et nautae , et
qui in rnarl operantur, longe
eteterunt
,
..
18
Et clamaverunt videntes
locum incendii eius, dicentes:
¿Quae sirnili§' Civitati huic ma–
gnae
?•
19
Et miserunt pulverern
super capita sua, et clamave–
runt tientes et
lug~ntes,
dicen–
tes : V ae, vae .Civitaf illa ma–
g na , in qua divites
fa~i ~unt
•
T . Gr.
Y..!t~,; ~'ñÚ~t.t,
significa todas
]as frutaS que tienen
l:t
coneza
delicada;
.
en las que se symbolizan las delicias de
Ja vida. Estas , a manera de dichas frutas,
duran poco, pdrquc luego se gastan.
2
Las palabras del T. Gr. a la letra
1}
f'~
,¡¡f."'HS" ,
110
lns lut!ldriÍJ.
3
Y
que con su comercio
contdbuían
al luxo
y
disolucion de
cs~a
Ciudad.
(
ha rina y de 'trigo , y de bestias
de carga y de 0 vejas y de caba–
Jios
y
de carrozas y de esclavos
y
de ·.\limas de hombres.
14 ' Y las frutas • del deseo de
tu á
~ma
se retiraron de tí, y to–
das
1
~
cosas gruesas y hermosas
te ha ,:faltado, y no las hall;;trán
ya
'l' •.
r
5
' Los' Mercaderes de estas
cosas 'i que se enriquecieron, es–
tarán
·.~jos
de ella por miedo de
los· tor \lentos de ella, llorando
y
hacien \ llanto ,
·
16
'-
diciendo: Ay, ay de
aquella g '\nde Ciudad, que esta–
,ba cubier
a
de lino finísimo y de
escarlata · de grana
A
y cubier–
ta de oro ' de piedHs precio–
sas y de ma .r,aritas :
17
Que e
~\na
hora han des–
aparecido tant riquezas. Y to–
do gobernado
".ly
todos los que
navegan en ma
·'Y
los
ma~ineros,
y
quantos trafi ,,n sobre la mar '•
estu vieron a
1
1
Jéjos ,
. 18
Y vien
J>
el lugar
4
del in–
-cendio de ella, dieron voces di–
ciendo : ¿Qué Ciudad hubo seme–
jante a esta.' grande Ciudad
s
?
19
Y echaron polvo sobre su&
cabezas, y dieron alaridos, y
llo–
rando y lamentanc:K> , decían: Ay,
ay de aquella grande Ciudad, en
la qual se enriquecieron todos lo9
"
T. Gr.
-r~v
;;..a-:r1h
,
el lumo.
.s
¿En qué Ciudad se execuró jamb
un escarmiento o castigo , que se pued<t
comparar con
el
de esta? Puede rambiera
explicarse de esre otro modo: ¿Qué Ciu–
dad hubo jamás en el mundo , que pudie–
se compararse con esta , en gloria, en o–
pulencia
y
en magnificencia?
Pues
mirad
ahora el csuQo a que
s~
ve reducida.