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792

EL

APOCALY~SIS

DEL APOSTOL S. JUAN.

milae et tritici et iumento–

rum et ovium et

~qul>l'~m

et rheda rum et manc1p10rum

et animarum hominum.

I

4

Et poma desiderii ani–

mae tuae discesserunt a te , et

omnia pinguia et praeclara pe–

rierunt a te , et amplius illa

iam non invenient.

15

Mercatores horum , qui

divltcs faéti sunt, ab ea longe

stabunt propter

timor~m

tor–

men torum eius, tientes ac !u–

gentes,

r6

Et dicentes: Vae, vae

Civitas illa magna, quae ami–

él:a erat bysso et purpura et

<wcco

,

et deaurata erat aura

et lapide pretioso et margari–

tis:

17

Quo~iam

una hora desti–

tutae sunt tantae divitiae. Et o–

mnis gubernator, et omnis qui

in lacum navigat et nautae , et

qui in rnarl operantur, longe

eteterunt

,

..

18

Et clamaverunt videntes

locum incendii eius, dicentes:

¿Quae sirnili§' Civitati huic ma–

gnae

?•

19

Et miserunt pulverern

super capita sua, et clamave–

runt tientes et

lug~ntes,

dicen–

tes : V ae, vae .Civitaf illa ma–

g na , in qua divites

fa~i ~unt

T . Gr.

Y..!t~,; ~'ñÚ~t.t,

significa todas

]as frutaS que tienen

l:t

coneza

delicada;

.

en las que se symbolizan las delicias de

Ja vida. Estas , a manera de dichas frutas,

duran poco, pdrquc luego se gastan.

2

Las palabras del T. Gr. a la letra

1}

f'~

,¡¡f."'HS" ,

110

lns lut!ldriÍJ.

3

Y

que con su comercio

contdbuían

al luxo

y

disolucion de

cs~a

Ciudad.

(

ha rina y de 'trigo , y de bestias

de carga y de 0 vejas y de caba–

Jios

y

de carrozas y de esclavos

y

de ·.\limas de hombres.

14 ' Y las frutas • del deseo de

tu á

~ma

se retiraron de tí, y to–

das

1

~

cosas gruesas y hermosas

te ha ,:faltado, y no las hall;;trán

ya

'l' •.

r

5

' Los' Mercaderes de estas

cosas 'i que se enriquecieron, es–

tarán

·.~jos

de ella por miedo de

los· tor \lentos de ella, llorando

y

hacien \ llanto ,

·

16

'-

diciendo: Ay, ay de

aquella g '\nde Ciudad, que esta–

,ba cubier

a

de lino finísimo y de

escarlata · de grana

A

y cubier–

ta de oro ' de piedHs precio–

sas y de ma .r,aritas :

17

Que e

~\na

hora han des–

aparecido tant riquezas. Y to–

do gobernado

".ly

todos los que

navegan en ma

·'Y

los

ma~ineros,

y

quantos trafi ,,n sobre la mar '•

estu vieron a

1

1

Jéjos ,

. 18

Y vien

J>

el lugar

4

del in–

-cendio de ella, dieron voces di–

ciendo : ¿Qué Ciudad hubo seme–

jante a esta.' grande Ciudad

s

?

19

Y echaron polvo sobre su&

cabezas, y dieron alaridos, y

llo–

rando y lamentanc:K> , decían: Ay,

ay de aquella grande Ciudad, en

la qual se enriquecieron todos lo9

"

T. Gr.

-r~v

;;..a-:r1h

,

el lumo.

.s

¿En qué Ciudad se execuró jamb

un escarmiento o castigo , que se pued<t

comparar con

el

de esta? Puede rambiera

explicarse de esre otro modo: ¿Qué Ciu–

dad hubo jamás en el mundo , que pudie–

se compararse con esta , en gloria, en o–

pulencia

y

en magnificencia?

Pues

mirad

ahora el csuQo a que

s~

ve reducida.