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EL APOCALYPSIS DEL APOSTOL S. JUAN.
n erc septem stellas in dextera _el que tiene las siete estrellas en
sua, qui ambulat in medio se-
su diestra,
e-l
qoe anda en medio
ptem candelabrorum aureorum :
de lo¡¡ ;iete candeleros de oro:
2
Scio ope ra tua et !abo-
2
Sé tus obras '
y
tu traba-
rem et patientiam tuam , et jo
y
tu paciencia,
y
que no .pue-
qu ia no n potes sustinere malos: .des sufrir los malos • :
y
que pro-
et tentasti eos qui se dicu nl:
baste a aquellos que se dicen ser
_Apostolos. esse , et non sunt:
Apóstoles ,
y
no lo son:
y
hallás-
et ín venisri .eos mendaces:
telos mentirosos
3 :
3
Ec
patientiam habes , et
3 Y tienes paciencia,
y
has
sustinuisti propter nomen meum,
sufrido por mi nombre,
y
no has
.et n on dcfecisti.
,desfil'llecido.
~
4 Sed ha beo adversum te,
4 Mas teng o contra tí, que
quod charitatem tuam primaQ.l
has dexado tu primera cari-
:reliqui sti.
dad
~.
5 M emor esto itaque unde
5 · Acué rdate pues de donde
excide ris : et age poenitentiam, ( _has caído :
y
a rrepién tete,
y
haz
et prima opera fac: sin utem, "' las prjmeras obras: porque sino, .
.venio tibi , et movebo candela- veng!l a tí
s,
y
mov .,é tu cande-
brum_
tu~,
de
lo.cosuo, nisi
l~ro
de su lugar
6
,
sino te corri-
poenHentlWiio...egens.
, gteres.
por el Espíritu Santo. El Señor los tiene
en su m:mo , porque están sujetos a su im–
p erio ,
y
and.\ en medio de Jos siete c;tn–
delcm s
,
esto es , en
medio
de las siete
l
glesi.ls, para "er
y
'reconocer
la
luz que
~J
c:1da uno ,
y
cómo alumbr:tn a Jos de–
m as ; si les fa
el aceyte puro de la ca–
riJ.td,
y
si solo despiden de sí el mal
·'?t
y
humo ingrato de una tC
muerta.
' El
O bispo
de
esta l glesia, segun
to–
das las aparienc· ·..., era entónces
~-
Timo–
t héo, dc5-tinado a
7.obierno por particu–
lar revelacion
del
C1
.q~-
tuvQ
S. P
A~
BLO
p ara
ello.
1 .
7imoth.
:;, ....
14.
L\)s
re–
petidos testimonios que da CS\.C Santo
A póstol
d-e
su Yida irreprehensibl't: y de
sus hc:róyc.1S virtudes son muy suficientes
p ara caoonizarle;
y
esto mismo confirma
aquí
S.
Juan
en
nombre
de
J esu Christo.
'1
Principalmente
a
los H eregcs
y
f.'11-
sos Pcnpht!t::s ,
a
los
que
es necesario so–
brellevar
miéurr:.s dan esperanza de cor–
regirse ; pero en faltando esta dc:ben ser
t r.trados cnn
el may or
rigor , para impe–
dir que
como un l
maligna
pcHc· o
perni–
cios;¡ R-lllgrcn3 no vay'an extendiendo sus
errores, e joEicionaodo
~as
almas.
' H as hablado
y
hecho ver , que su
doél:rina es f:.tlsa y coneraria a la del
Evo.n..
gclio , y
a
las máximas del C hrisri.1nismo.
• La
mayor parte de Jos l mérprercs
cree , que esta queja mira
a
la Jglcsia
de
Ephcso ,
y
no a
la
persona de
S. T i–
mothéo ; m3S las culpas
y
faltas del Pue–
blo se arriboy en al Pastor, el qua!
por
Santo que sea no está exCnro
de
imper–
fecciones
y
de omisiones en el cumpli–
miento
de
su ministerio.
Vean
aqoí los:
Prelados quánta es Ja.,carga que IJ.van so–
bre sus hombros , y't]u3nta es la vigilan–
cia que nccesit{:p para desempeñar las o–
bligaciones
del
cargo que
ICs ha
sido con–
fiado.
Se
ve tambicn por esto , que en
la
12Jr~ia
se había resfriado el primer fervor
~ridad.
J
T. G r.
T«X Ú ,
prontamenu
,
lue...
g o.
6
Quitaré a YUCstra I glesia la luz de
Ja
fe ,
y
la
trasladaré
a
otra parte. Algu–
nos son de sentir, que
S.
Juan prophetiz6
en estaS palabras la traslacion que se hizo
de la preeminencia de la Iglesia de El?hcso
a
la de Constantinopla , que
fn6
dcspues
una,
de
las
quarrp mayores del
O ticnre.