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EPISTOLA DE S.PABLO A LOS HEBREOS.
4 Nec quisquam • surnit si–
bi honorern , sed qui vocatur a
D eo, tarnquam Aaron.
5 Sic et Christus non se–
mecipsum clarificavit ut Ponti–
fex fieret : sed qui locutus estad
eum •: Filius meus es tu , ego
hodie genu i te.
6 Q uemadmodum et in alío
loco dicit ' : Tu es Sacerdos in
aeternum , secundum ordinem
Melchisedech.
7 Qui in diebus carnis suae,
preces supplicationesque ad eum,
qui possit illum salvum facere
a morte , cum clamore valido
et lacrymis offerens , exauditus
est pro sua reverentia. ,
~
8 Et quidem cum esset
Fi–
lius
Dei
,
didicit ex
iis
quae
~
ofreciese un becerro ,
y
por los del Pue–
blo un macho de cabrío.
L evit. rz. 3·
' El verd3dero Pontífice no se ha de
introducir en el ministerio por violencia,
por soborno o por otros medios ilícitos;
sino que ha de ser llamado a él por Dios,
como sucedió con A:tron, cuya vocacion
fué confirmad<\-§On· un público
y
solemne
milagro.
N um.
.xv 1
r.
6. Todo lo coqtra–
rio hacian los que alcanzaban el PoOtifi–
cado de Aaron en tiempo de S. Pablo.
, El Apósrol mira el Sacerdocio de
Christo consiguiente a su Divina genera–
cion. Es Hijo de D ios ,
y
por eso es Pon–
tificc eterno , segun 'crerect-:' de naturale–
za , como lo demuesua
la~
del Padre.
T HHOPHYLACTO.
3
Cuyo Sacerdocio n_o tendrá fin ;
y
será de un órden muy superior al Sacer–
docio Levhico , figurado en la persona
y
en el Sacerdocio de Melquiscdech , como
lo hará ver despues
el
Apóstol al princi–
pio del Capítulo v [
1.
manifestando que
por naturaleza fué R ey
y
Pontífice.
4
D urante el tiempo de su \'ida mor–
tal.
4 Y ninguno usurpa para si
mismo esta honra, sino el que es
llamado de Dios, como Aaron •.
5
A sí
cambien Chrisco no se
glorificó a
sí
mismo para hacerse
Pontífice: sino aquel que le di–
xo • : Tú eres mi Hijo, yo hoy te
he engendrado.
6 Como cambien dice en otro •
lugar : Tú eres Sacerdote eter–
namente
3 ,
segun el órden de
Melquisedech.
7 Elqualenlosdiasdesumor–
talidad
4 ,
ofreciendo con grande
clamor y con lágrimas, preces
y
ruegos
5
a aquel que le podía sal–
var de muerte , fué oído por su
reverencia
6 •
8 • Y a la verdad siel!.do Hijo
de Dios, aprendio
7
la obedien-
5
Esto se entiende principalmente da
los ruegos que Jesu Christo hizo en el
Huerto ,
y
en especial sobre b Cruz,
pi–
diendo gracia para sus enemigos , enco–
mendando su
alma
a Dios ,
y
suplicindo–
lc que no le abandonase. Esta última sú–
plica , por
la
qua! pedia su rcsurreccion,
fué hecha con un grande clamor ,
y
ram–
bien con lágrimas , segun
S.
Pablo.
V
éa–
se el CHR.Ys6sTOMo
y
Tn.soPilYLACTo.
6
Por su
r~ver~ucia
,
se_pun el sumo
respeto que tenia al Padre.
El CHR
Ys6s–
TOMO.
O
como com•enia a su dignidad.
7
Jesu Christo supo por experiencia
hasta d6nde ll"3aba la obediencia , a quo
voluntariamente se habia sometido, acep–
tando el oficio de lediador ;
y
rambie
1
l.
lo
que costaba a la naturaleza una tal obc–
c:liencia.
Y
para darnos en su persona un
modelo visible de la fidelidad que debe–
mos guardar en las pruebas que Dios se
sirva hacer de nosotros ,
y
al mismo tiem–
po un excmplo vivo
y
Heno de consuelo
de la sensibilidad que le causan nuesttos
maJes , quiso c:xpcrimcnrarlos todos en
s.i
mismo. S.
Tuo1ou.s L dl.
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