CAPITULO V.
3I
venissent illos
1
reversi nuntiave–
runt,
23
Dicentes: Carcerem qui–
dem invenimus clausuro cum
omni diligentia , et custodes
stantes anre ianuas : aperientes
autem neminem intus
inveni–
xnus.
24
Ut autem audierunt hos
sermones Magistratus Templi
ct Príncipes Sacerdotum , am–
bigebant de illis quidnam iie–
ret.
25 Adveniens autem quidam
nuntiavit eis : Quía ecce viri
quos posuistis in carcercm , sunt
in Templo stantes
1
et docentes
populum.
26 Tune abiit Magist¡ atus
cum Ministris, et adduxit íllos
sine vi: timebant enim populum•
ne lapidarentur.
27 Et
cum~dduxissent
il–
Jos, statuerunt in Conci,Jio: Et
interrogavit eos Princeps Sacer–
dotum,
28 Dicens : Praeci piendo
praecepirnus vobis ne docere–
tis in nomine isto : et ecce re·
plestis lerusalem doétrina ve–
stra ; et vultis induccre su–
per nos sanguinem hominis
istius.
•
•
Faltan en
el
Texto Griego estls pa–
labras.
'1
Tcxro Griego u}
ó
.;;FX.'tfdr ,
y
el
Po11tfjic~.
3
Porque no sabian cómo podian ha–
ber salido de la cárcel , habiéndola halla–
d? bien cerr:tda
y
guardad.~
, como la lla–
lmn dcxado.
...
Por el grande respero
y
amor que
tc111a a unas personas
de
quienes
rccibi:t
contínu~s
beneficios ;
y
por esta causa no
6C
,JtrC\'lCron a llcv.ulos auJos.
cel ' no los hallaron, volvieron
a dar el aviso ,
23
Diciendo : L a cárcel
cier~
tamente hallarnos muy bien
cer~
rada , y los guardas que estaban
delante de las puertas: mas ha–
biéndolas abierto, no hallamos
dentro a ninguno.
24
Quando esto oyero_n
2
los
Magistrados del Templo y los
Príncipes de los Sacerdotes , es·
taban en duda de lo que se ha–
bria hecho de ellos ' ·
25 Pero al mismo tiempo so–
brevino uno que
les
dixo:
Mirad~
aquellos hombres que metisteis en
la cárcel, están en el Templo, y
¡¡nseñan al pueblo.
26 Entónces fué el Magistra–
do con sus Ministros,
y
tráxolos
sin fuerza : porque temian al pue–
blo no fuesen aped readt>S •.
27 Y luego que los traxeron,
presentaronlos en el Concilio: Y
el Principe de los Sacerdotes pre–
guntóles,
28 Diciendo : Con expreso
precepto os mandamos
1
que no
en~ñaseis
en este nombre: y ved
que habeis llenado a
J
erusalem
de vuestra doétrina ; y quereis
echar sobre nosotros la sangre
de ese hombre
s•
•
s N o se dignaron siquiera nornbr:l:fle,
o para mosrrar
el
desprecio con que le
mieaban , o porque no podian sufrir que
se le oyese nombrar. En este c.trgo que ha–
cían a los Apóstoles , parece que se
ha–
bian olvidado ya de que ellos mismos,
quando
l>ibto
buscaba medios para sal–
''ar al Rcdemor , cargaron sobre sí
y
so–
bre sus hijos la sangre
del
J
noccnre.
:M A'fT II.
xxv u .
25 . .
Mas ellos querian
persuadircon esto al pueblo que no eran
culpables de su muerte.
•