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X

DISERTACION PRELIMINAR.

la

cosa mas s:mta

y

mas imporraitte ,

y

qú'b por sus malas disposiciones convertiltn

en veneno la triaca. Ademas de roca.r esto con las manos, tres motivos muy graves

pudieron estimular a los conservadores de la Fe a dar estas providencias : Primero,

Ja

multitud de Biblias vulgares traducidas por los Hercges , los quales con grande daño

de las almas las esparcían cada dia en los pueblos Carbólicos , como se lee de un Julian

leernandez

,

que en el año

I

55 7 introduxo muchos de esros exemplares en Sevilla.

Segundo , la osadía

y

empeño de los I-Iereges en desacreditar la Vulgata Latina , apro-

da úlrimai'Í1Cnte por el Tridentino ,

y

vene!ada por todos los Cath6licos

,

poniendo

a este fin en manos de la plebe sus versiones inficionadas ; pero acomodadas a su in–

teligencia ,

y

hecha¡¡ por el Texro Geego o

Heb~éo ,

y

nunca por la Vulgata. T er–

cero, la agitacion de los ánimos con las nuevas heregías de Lutero

y

de Calvino,

que tenían levantada a la Francia , dividida la Alemania

y

en cisma a la Inglater–

ra ; lo que consiguieron los Hereges

~aciendo

aC¡a plebe juez de las controversias

de la R eligion ,

'y

poniendQ en mano de cada

ane~ano

,

y

de cada mugercilla de

lo

ínfimo del pueblo una Biblia que ninguno de ellos entendía. E sros estragos hubieran

]legado tambien sin duda a nosotros , a no ser el rigor , entereza

y

precauciones

d~

nuestro Gobierno. Enrre nosotros pudo añadirse otra causa

;

y

es , que no se babia in1---o

preso Biblia Castellana de Autor Carbólico , como veremos mas adelante.

Ya pues que esras prohibiciones son de economía

y

prudencia ,

y

no absolu–

tas ni por razon de Ja materia , que es santísima

y

utilísima , veamos en los mis–

mos Decretos

y

doél:rina de la I glesia las condiciones

y

moderacion que se debe

guardar para que esta obra se permita sin riesgo ,

y

pueda dar el provecho que ella

ncicrra

y

que necesitan los fieles. La primera condicion es , que

se

hagan

~eme­

james traslaciones con autoridad

y

aprobacion de la I glesia ,

y

"2

al

arbitrio y ca–

¡nichO' de cada uno :

X

eSta puede darse por el Obisf o o Inquisidor ,

y

en Espa–

ña por el Inquisidor <.:iencral , a quien cspecialmem&.:está encomendada la inspec–

cion de los libros en razon de mantener sincéra

y

pura la doéhina Cathólica. J;.o que

ex~resamenre

se advierte en b R egla

l V

del lndice R omano de P io IV. La se–

gunda , que se trabajen estas versiones por Altares doél:os

,

pios

y

Cath61icos

,

como

lo declaró la misma Congregacion del Indice en

13

de }uJio del año de

17 59,

y

lo

había ya prevenido Inocencia

lll

en c-una carta a Bertrando , Obispo de Metzs e,

quien habiéndose quejado del ardor que algunos de sus feligreses mostraban por la

Ieccion de los libros de b Biblia en vulgar , le respondió el J>apa , que este deseo

era loable , con tal que

fu~_.S;tna

la intcncion Y' doél:riita del Autor de la

vcrsio~

Y puras

y

sincéras

las~s

y

la fe de los que se servían de ella con el de–

bido respeto a

la

Sama Sede

\.Y

a la I glesia Cathólica. La tercera es , que se hagaa

~

Flmri

1-Ii.st.

,2ccla. Lib.

Lzxr.z.

tmm.

57·

"'

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