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SAN MARCOS.
4 Quoniam saepe compedi–
bus et catenis vi nétus , diru pis–
ser catenas, et compedes com–
minuisset, et nemo poterat eum
domare.
5
Et semper die ac noéte
in, monumentis et in montibus¡
erat, clamaos , et concidens
lapidibus.
6
Videos autem ·
longe , cucurrit , et
eum:
Iesum
a
adora~it
7
Et clamans voce magna,
dixit :
¿ Quid mihi , et
tibi,
Iesu Fili Dei Altissimi? adit.l–
ro te per D eum , ne me· tor–
queas.
8 Dicebat enim illi : Exi
spiritus immunde ab homine.
9
Et
interrogabat
eum:
<-
¿Quod
tibi nomen est? Et di–
cit ei : Legio mihi nomen est,
quia multi sumus.
ro
Et deprecabatur eum mul–
tum, ne se expelleret extra regio–
.nem.
Ir
Erat autem
ipi
circa mon–
tero grex porcorum magnus pa–
scens.
12
Et depre6.bantur eum spi–
ritus, dicentes : Mitte nos in pot–
cos ut in eos i ntroeamus.
~
13 E t concessit eis statim
Iesus. Et exeuntes spiritus im–
mundi
introierunt
in porcos;
et magno
ímpetu grex
prae-
1
T .
Gr.~ &nx.~"
;..i)<olr
,)'
respoudió,
diciendo.
,
Este País que perrcnccia a Jos Gen–
riles, era tambien habir&lo de muchos Ju–
rlíos apósr:1tas que habian atf.fudonado el
culto
del
verd,tdero Dios. Y por esto el
lnbmo Señor
los
habia r:unbien abandona–
do a la cruel tiranía. del D emonio :
y
4
Porque muchas veces le
habían atado con cadenas,
y
con
g rillos,
y
babia roto las cadenas,
y
despedazado los grillos ,
y
no
le podían domar.
5
Y
de dia
y
de noche esta–
ba contínuarnente en los sepul–
cros
y
en los montes, dando
gri~
~s,
y
magullándose ,con piedras.
6 Y
quando vio a J esus de
léjos , fué corriendo ,
y
ado–
róle:
7 Y
dando un grande grito:
dixo: ¿Qué tienes conmigo , tú,
Jesus Hijo del Dios Altísimo?
conjúrote por Dios , que no me
a tormentes.
8
Porque J esus le decía: Sal
del hombre espíritu inmundo.
, 9 Y
preguntábale : ¿Qué
nombre tienes?
Y
dícele ' : Le–
gion es mi-nombre , porque mu–
chos somos.
ro
Y
rogábale mucho , que
no le echase de aquella
tier–
ra
2
•
r r Había en aquel lugar pa–
ciendo al rededor del monte una
grande manada de puercos.
r
2
" Y rogábanle los espíritus,
diciendo: Envíanos a los puercos
para que entremos en ellos.
r3 Y Jesus al punto se los
,. otorgó. Y saliendo los espíritus
inmund s, entraron en los puer–
cos;
y
toaa la manada se
pr~ci-
este espíritu maligno corno que exer–
cia allí muy de asJento su dominacion
e
i1ñperio ,
pcdia al Señor
con
grande
jnsrancia , que
nO
le hiciese salir de
aquel País. Se vé al
mismo
tiempo,
que
nada.._ poede
este espíritu maligno
contra
los hombres , si Dios no se
lo
permite.