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feri-d a por el E v angelio
y
por S_an
Pabl~>,
al
celiba~o
"!
rnatri·
monío. Así se vit:ron en los primeros siglo s d el cnst1amsmo,
c u ·
-lo aun no se habían f undado monaster ios de R eligiosas,
innu;'uerables d oncellas que, habiendo consagrado
á
Dios su
v í1ginidad, su fr ieron Jos m ayores tormentos y la muerte, por
n o admitir otro esposo.
Y
posten onpente muchas personas
d e uno y otro sexo, que no han sido probadas d e ese modo,
h an
tolerado con invicta fortaleza , un prolongado martirio,
p or conservar su virginidad .
D e este n um ero fue sin duda
el
Bienaventurado Parres.
A si lo d eclararon los Confesores que examinaron su concien–
c ia: así lo afirmaron jurídicam ente varios t estigos que obser–
varon su conducta en el siglo, y en la Religion;_y así lo pro·
b aban tambien su ej em plar modestia, su constante devocion,
· s u afectuosisimo amo1·
á
la Sa ntís ima Virgen,
el
sumo horror
que
tenia al pecado, y sus pasm osas m ortificaciones, por lo
q ue n adie dudaba d e su virginal p ureza. Los comprobantes
dichos sirven para
el
e sclarecimiento d e esta m ateria tan difi–
cil, segun asegura el Señor B enedi cto
XIV.
en el tercer tomo
c apí'tulo
2 5
de • u g rande obra a cerca d e la Beatificacion
y
C anonizacion d e los Santos: y en virtud de ellos, h abiendose
d!scutido est e punto en el C apítulo gener al d e la Orden Domi–
n1¡:ana, celebrado en R om•a
el
año t
656,
se d e claró solemHe·
m ente que F ray M artín de Parres había conser vado hasta la
muerte,
~a
pureza virginal d e sn alma y cuerpo.
S1
se hubiera tra.smitido h asta nosotros una relacion
e xacta d a
~u
espíritu,
y
d e todos los s uceso s d e s u vid a, ex·
p ondríamos los comb_ates que sostuvo para reprimir la
re~elion
d e su carne; las ocasiones q ue le proporcionó el D emomo pa•
ra que
s~ n~architase l~
flor de su p ureza, y los m edios con
que
~ons1gu10
qued ar siem pr e vict orioso. D el mismo modo
sabr~amos
con certez a, cuanto ti empo tuvo que luchar con
tan
obstmados enemi gos; y si por h aber triunfado en algun com•
b ate m as fuerte que los anteriores le h izo Dios la merced de
q
ue e
-
h
'
E
s ensenorease
asta la muerte, sobre tod as sus p asiones.
s muy probable que tod o esto acaeciese. A lo m enos, cuan•
d,
0
estubo adornado con los dotes glorioso s d e que se habla·
r a mas adelante;_ cuan?o er a ".isitaao d e los ;ngeles, y cua':!do
t odo lo gue se ve1a en el acreditaba su intima union con Dios;
n o
pu7d~
dud.arse d e que
goz~ba
una paz inalter able por _el
somet1m1ento d
6
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': 1 par e m1en or a la superior
y
de que re•
ci
ia
esde esta v ida e l prem io d e su v irginid; d .
Justo ' El1
p or _lo tanto, que nosotros celebremos su castidad vi-rginaH