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romos obligados
á
la observancia de
la
ley evange'lica, sino
tambien á obedecer por un motivo sobrenatural, lo que nos
mandan la Santa Iglesia Católica, nuestros padres,
ó
lo·s que
hacen sus veces, y las leye·s civiles san€ionadas por legilmas
autoridades. Pues quien sirve
á
sus padres por solo el sen–
timiento que le inspira la naturaleza,
y
quien obedece
a
la
potestad terrena por temor del castigo, y no porque su auto–
ridad
y
poder son emanados de Dios, en vez de recompensa
eterna, sufrirá la debida pena que merecen lbs que usurpan
al
Señor de cielo
y
tierra, el derecho de di-rijirle cen amor
de preferencia todas sus acciones.
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Pero, aunque e&te precepto no deje escusa alguna al
eristiano, sea cual fuese su estado
y
condicion, se hace mu•
cho mas meri•torio,
y
se faciHta su exacto cumplimiento, con
el voto de obediencia,
á
qtue se obligan los rel,¡giosos en sn
profesion. Mas meritorio, porque con el voto sacrifica
á
Dies la pel'Sona reJ,¡giosa, lo que mas ama, esto es, su inde–
pendencia
y
libertad;
y
parque aun el uso de las cosas mas
n ecesarias para la conservacian de la vida,
y
la practica de
los ejerc1cios espirituales, son reglados por la obed'iencia
en la per sona religiosa, sujetando esta su voluntad
á
qu ien
·Ia
gobierna en nombre del Señor.
Facilita e.J cumplimiento
d e la ..ibediencia cristiana, porque nada es tan pemieioso al
·h ombre, como la propia voluntad, cuando esta no dirije t'l•
cias sus op.eraaiones á hon-ra
y
gloria de Dios
y
bien de los
projimos. Esta inclinacion
i
nuestro prop\o querer, es como
una lepra en el alma, dfoe San Bernardo en el Sermon •obre
la fiesta de la Resurrec-Oion
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la cual no solo corrompe
el·
co–
razon, sino tambien ofuscad entendimiento,
y
es origen fre–
cuen~e
de las mas grosera• ilusiones. Nada pues debe ser
tan oonsolante
á:
una persona '!'eligidsa, como s:.ber que sus
juicios
y
operaciones son conformes á la divina vohmtad,
siendolo á quien hace sus -veces en la tierra.
Mas para que se cumpla perfectamente con este sa–
grado voto, conviene .(seg-un d mismo San Bernardo), que se
obedezca con voluntad, simpl1cidaD, alegria, puntualidad, vi–
gor, humildad y perseverancia;
y
que la obediencia n<!> se con–
tenga entre las limites de Ja regla que se profesó, sino que
el amor la dilate sin termi-no en todas ocasiones, y aun en
las cosas mas pequeñas; porque, a1mque tiene ley, no debe
vivir bajo de ella, elevandose por ·su devocion, mas allá rle 1-0
que prescríbe su voto.
F:n ()ste cuadro está. fielmente retratada la obediencia del
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