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Bienaventurado Porrcs. Y para que nadie lo dudase, quiso

D ios acre<litarla.con milagros, haciendole entender

d

precep–

to' de obediencia que le imponia el superior, cnando estaba au.

sen~~

y

no podia saberlo ele un moda natural. . Aunque este

prodijia se repitió en muchas ocasiones, refrnré sol<;> la ve¡;

en que se hizo mas notable l.'ºr todas sus

circunst~nc1as.

H allandose en esta crnelael el Señor D. Fehciano de la

Vega, Arzobispo ele Mfjico, enformó gravement: de pleure–

sía ó dolor de costado. M eelicmandole los med1cos ele mas

opinion, le hicieron sangrar.repetidas veces, y le ministrar9n

los demas remedios convenientes.

Pero observan do la inu–

tilidad de ellos, y conocienelo por los sintomas, que era ine–

vitable la muerte del Señor Arzobispo, ordenaron que recibie–

se el Viatico, y se preparase para morir. Instruido d e este gra–

visimo peligro

el

P. Fray Cipriano de M edina,religioao

Oo·

minicano, sobrino del Arzobispo, y que elespues fue O bispo

de Huamanga, r e lirio

a

su tio los prodijios que h ahia visto

obrar á Fray Martin en su enfermería, y le aconsejó que lo

llamase, no dudando de que, si le ponia su mano en el pecho,

sanaria prontamente. Accedio

á

la propuesta el Arzobispo,

y

envió al mismo sobrino con recado en su nombre al P . Pro–

v incial Fray Luis ele la Raga, suplicanelole qne

le mandase

inmediatamente á Fray Martin. Hallabase el P rovincial en

la Sacristia, y elio orden de que lo llamasen; pero fueron inu–

tiles las mas exquisitas diligencias, pues no le hallaron en

ninguna parte del Convento. Acongoj aelo con la d emora

el

Arzobis?o, y sintiendo que el mal crecia por instantes, repi·

tió el recado, porque su unica esperanza ·era el Siervo de Dios.

Acorelose el Provincial de que Fray Martín habia comulga–

do en esa mañana;

y

como sabia por larga experiencia, que

despues de comulgar, lo hacia Dios invisible, perdio la espe·

ra.nz~

de que se le .hal.lase. En este conflicto, d ijo el P. Fray

Cipn

~no

al Provmcial, que llamase por obediencia á Fray

M artm: llamole el Provincial con precepto de que se le presen–

tase; y aun no habia acabado de imponerle el manelato cuando

entró

~n

la Sacristía. Mandóle que fuese á casa

d~J

Señor

Ar~obispo,

que estaba gravisimamente enfermo,

y

que le obe·

~eciese.

en todo, como

á

su Prelado. Hizolo asi Fray lVIar–

tm, y viendole el Arzobispo, le dijo que estrañaba el que no

le h_ubiese visi.tado, siei:ido publica s'u gravedad.

P ostroseJé'

el Siervo de Dios, y hac•endole levantar el A rzobispo, Je ¡íidió

~~mano.

Sobresaltase Fray M artin, y le dij o: "¿ Que

quie~t

hacer U. S. l. con Ja mano <le este pobrn mulato, hijo de .una