Previous Page  82 / 208 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 82 / 208 Next Page
Page Background

-72-

Nunca calzó zapatos nu evos,

y

solo se ser,;la de los

usados

y

viej os que pedia d e limosna á lo.s R eli giosos.

.F ue

tanta su delicadeza en este punto, que hab1endole obseqmado

un p.

1 -

de zapatos nuevos un donado Qficial de zapatero, á

quien habia sana_do milagrosamente d e un brazo que se

~e

apostemaba con fre cuenci a, á causa d e

t~na

h enda que

h~bu~.

r ecibido en ií l antes de entrar en la Rehg10n ; no los adm1t10

di ciendolc, que agredeciese á D ios el benefi cio que le habia ·

h echo,

y

que diese

á

un pobre esos zapatos.

Su sombrero

era tan ordinario, como correspondia á su túnica

y

hábito,

y

lo llevhba siempre colgado á la espalda, sin cubrir su cabeza,

aun en la fuerte estacion de Invierno, ó Estio. No tu vo en

su celda imagen ninguna, sino una Cn1z de madera,

y

el Ro–

sario con licencia d e sus Prelados: t ampoco fueron propios los

libros espirituales que leia, sino de los R eligiosos que se los

prestaban, habiendo antes obtenido permiso d el superior.

A l parecer, no cabia mayor desprendimi ento; pero

Dios permitió que diese aun mas claras pruebas de su amor

á

la pobrez'a. Ya se ha dicho, que por ser notoria la estraor–

dinaria virtud de Fray Martin, le visitaban el Señor Virey

y

las personas mas ilustres d e la Capital.

Parccia pues que por

consideraGion á tan altas dignidades, habilitase su pobre celda

de muebles, para que los ocupasen; mas ni el r espc!o debido

'1

esos señores le h izo adornar su miser able h abitacion; y se

hizom as notable su total desprendimiento ele ]ascosas terrenas,

por las considerables sumas d e dinero que recibia con licencia

de sus Prelados: pues los que socorrian por su mano con tan·

ta largueza á los mi serables, podemos creer que reputando

á

Fray Martin el primero d e todos, le instarian que d estinase

al guna parte para sus necesidades. Mas n ad a admitia -para

sí, y por lo .tanto, triunfó b eroicamente su amor á la pobreza,

aun en mecl10 d e la abundancia.

ARTICULO ) .

Su obediencia.

Ningun cristiano ignora, que la inobediencia ele nues•

tro P adn: com_un, ocasionó su desgracia

y

la ele su posteridad;

Y

que J esu-Cnsto reparó coi. su obediencia la ruina espiritual

~~

todo el ·genero humano.

Pero no pudiendo los hombres

~ecobrar

los derechos que les mereció

Jesu~Cri sto

sin imitar·

le;

cle~en

todos ser _obedientes como él,

y

aseme]arsele t(ldo

lo posible en la rec,titud ele sus obras. Asi es que, no solo es·