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sa. Pero como la víctima no se consume hasta el momento
d e la muerk, es necesario fomentar Ja llama de amor, para que
sea
p
'fecto el holocausto,
y
no pierda jamas los caracteres
de efectivo perpetuo
y
espontaneo.
E sa 'ardiente llama de amor que el E spíritu Santo ha–
bi~
encendido en el coraz on <le! alma fiel, rectifica todas sus
obras de modo que, por su suave, activa
y
pronta inspirac ion ,
pi de lo que
~ebe
pedi.'.-,
y
pract.ica lo que
~ias
conviene para
honra
y
glona del Senor. M ediante esta u111011 d el alma con el
Di ,· ino E spíri tu, so1 ele un mérito indecible, no solo los ofi–
cio> mas comunes
e.lela R eligion, sino au17 el comer, vestir,
caminar
y
d ormi r
. Ycu
~nc.loesta
alma felizha e.lacio
á
su
D ivino esposo pruebas d e fic.l elidad,
hacienc.lopor su amor
aun la.; cosas mas ordinarias
y
pequeñ
as, suele el Señor osten–
tar en ella su poder, exaltandola
y
fortaleci enclola, para que
ej ecute
las obras mas heroicas. Entorces, traspasando los
limites
e.lela obligacion en el cumplimiento de sus votos,
y
<lemas
ej erci cios piadosos, los obser va t odo! de un modo per–
fecto, sublime
y
pasmoso, que
~l
parecer excede á las fuerzas
naturales, como se notó en muchos Santos R eligiosos,
y
en el
Biena ,-enturado
Fray
J.\!Iartin d e Porres.
ARTICULO I .
Su P obi·eza.
A~i co1~10
en lo:; siglos
~ntcriores
censuraron con acri–
monia varios hereges el ,·oto de castidad , procurando clisimu–
lar por ese medio su sacrílega
y
escanc.lalo?a inconiincnci &;
asi al presente, no splo los impios, sino t ambi en alg unos ma–
los cristianos embriagados d e amor á los bienes terrenos,
conc.lenan el voto de pobreza.
Si les ha c¡uec.lac\o á estos al–
g una vi.slumbre de
fe y
de respeto
á
la verc!ad, deben no solo
creer, srno tambten confesar, que J csu-Cri Rto e.lijo, segun se
lee en el cap.
19
de Sa n M ateo, en el
10
c\e San IYiarcos
y
en el
18
el~
San Lúcas:
" Si quieres ser pe1f ecto, vé,
vende
cuan to
twnes,
y
dalo
ú
los
jJobres,
y
tendrás un
!~soro en el Cielo,
y
ven, sig ueme:"
que en tiempo de
los
A póstoles d espues qe la Resurreccion ele J esu-Cristo to–
dos los
bie~es
era1: comunes:
qu~ posteriop~ente ap~obo !~
I glesia
\'~nos
Institutos
t"!lonast1cqs, cor¡
!~
obligacion de
guardar n gorosamente ese voto;
y
que en ellos florecieron
mn chos Santos
y
~¡mtas,
que edifi caron al mundo con la fi el
obse:Tancia de esta virtud evanj elica.
P or lo cual, aunque -