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\~suas

casuales, que sin duda fué-muy considerable, cons–

ta algunas por decla¡aciones auténticas, y'son las siguientes.

Dió

á

Fray Martin un amigo libranza de cuatrocientos

pes'gs que tenia en poder de un comerciante, para que con ese

dinero dotase

a

una sobrina que estaba para casarse. Mas

el

Siervo de Dios llevó

:l

la tienda del mercader muchas viudas

y doncellas pobres, para que en satisfaccion de la cantidad

librada, sacase cada una la ropa que necesitaba. Hizose así,

y

habiendo sobrado algunos pesos, los repartió

á

otros pobres

sin reservar ni un real para la sobrina. Tal vez parecería

a

muchos, imprudente

é

injusta e

sta conduc

ta de Fray Martín,

así porque la limosna había sido

destinac.la

para _dotar

á

la so–

brina, como porque siendo esta

pobre, de

bía ser preferida

á

las estrañas. Así discurre la politica humana; pero los San–

tos son inspirados

y

movidos por Dios;

y

la justicia

y

utili–

dad de sus operaciones solo se conocen por los efe<'tos. Asi

se veri ficó en este caso; porque queriendo el Señor manifes–

tar cuan grato le era el jeneroso desprendimiento de su Sier–

vo, inspiró

a

un sujeto sabedor de lo ocurrido, que diese

á

la sobrina de Fray i"1artin cuanto dinero necesitaba para rea–

lizar su matrimonio.

Como en ese tiempo solian--venir en los buques ele Es–

paña algunos jovencitos,

p

fujitivos de sus padres, ó solici–

tando en esta ciudad la proteccion y fortuna de que carecian

en su país, socorría Fray Martin

a

estos miserables, alimen–

tando!os y ,-istiendolos, mientras lograban empleo,

ó

se aco–

modaban

en

afguna casa donde 'mej'Orar de suerte. Uno de

estos ádvene'dizos llamado :Juan Perez, natural de Estrema–

dura,

y

d'e catorce años de e<lad, aco1hpañó ,al Sie1·vo ile Dios

por mucho tiempo,

y

de él se servia paJa enviar diariamente

sus limosnas

á

las pobres ve11i-onzantes.

En dos· ocasiones se quitcí la capa para cubrir

á

dos mi–

serables: en otra, pasando sin <;linero por la r ej'\ que tenían

anteriormente las carceles, empeñ6 su sombrero en dos rea–

les, y compró pan para darlo

á

los encarcelados que le pidie–

ron limosna. En una palabra: Fray Martín era el limosnero

de todos los necesitados, por lo cual le llamaban padre de los

pClbrés¡

1

Di os

prem.ió

~~·

g;ande caridad,

~evelandole

mu–

tHás veces la

·o

c~1lta md

tJencia de algunos miserables.

' f:stando preso en el Presidio del Callao, un soldado car–

g~do ~~ ~a?,lilia,

y

~n

suma

~iseria, Je' ~levaba

Fray Martín

do~

reales toéfas

fa

mañapas, sm faltar mnguna en su

conv~ntO,

1o

qtre se a'Veriguo· ton bastante escrupulosidad: