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solo, sin tener quien lo auxiliase, esclamó con estas palabras:.
iÜ Fray Martin
1
¡.quien me dará una túnica
P!!.l"ª
mudarme!
Al punto entró en la c;elda el Siervo de Dios con ttmi ct, bra–
sero y sahumador. Asombrado el enfermo, porque sabia muy
bi
en que estaban cerradas las puertas del N oviniado, preguntó
i
Fr.ayMartin, por donole y como había entrado á esa hor:l.
Respo!ldiole Fray Martin: Callad, no os metais en eso. M u–
dóle la túnica, y salió fuera, sin que se advirtiese como.
D el mismo modo auxilió al n°'·icio Fray Francisco
P acheco, pues hallándose en cama muy molestado de otra en–
fermedad, noticioso de la prontitud conque el Siervo de Dios
socorria
a
los enfermos <\un estando- las puertas cerradas, eÚ1-
p.ezó
it
llamarlo coi. sn voz tremula y languida por lo grave del
padecimiento. Apareciosele luego lueg<> Fray :Martin,
y
le
consola ministrándolc los auxilios que necesitaba.
En
otr~
ocasion, sabi endo tambien por revelacion la
uecesidad de un novicio llamado Fray Juan Raguera, enfe rmo
de fiebre aguda, entró al N aviciado
a
la media noche, estando
la~
puertas cerradas; mudole camisa,
y
le dej ó mejorado.
Padecia con.frecuencia de sangre por la boca el Padre
Fray Juan de Salinas de la misma Orden Dominicana que los
anteriores;
y
habi endo arrojado en unil ocasion mucha canti–
dad, quedó tan sediento, que dijo á otro enfermo compañero
suyo en la celda, ¡ah Sefror!
¡Como tuviera azúcar
y
agua
para aplacar la sed que me devora! A penas habia dicho estas
palabras, cuando enrró Fray Martin con lo que pedia el enfer–
mo, estando las puertas cerradas, porque era media noche.
Atonitb el paciente, preguntó al Siervo de Dios, ¿pm: donde
habia entrado, puesto que la celda estaba cerrada
COH
llave,
y
eon aldava por dentro? Respondióle, que
el
tenia modo de
entrar.
En dos ocaJ ioncs consolode noche al P. Predicador
Jeneral Fray Juary de Ochoa, luego que lo llamó con
el
deseo,
hallándose solo, aflijiclo, y enfermo.
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L o mismo sucedió varias veces con el P .
Fray
Fernan–
do Aragones, pues en cuantas ocasiones estuvo agobiad? de
m\les, solo con llamar
á
Fray Martin de corazon, sin articu–
lar palabr a, se le ponia por delante,
y
le auxiliaba segun su
necesidad.
Deseando una noche consolarse con el Siervo de Dios,
• el novicio Fray Matias Barrasa hidropico, por haberla sobre–
venido fuerte fiebre, dijo al Rdigioso portero que lo llamase.
Obtenida licencia del Maestro de novicios Fray Juan F ernan.