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Habiendo enterrado
á
un d,ifunto en la Iglesia de Santo Oo–
m.ingo, no se apartaba de su sepultura el perro que le había acom–
pa11ado y servido, ahullando
y
arañando la tierra, aunque se em–
peñasen los sacristanes en echarle fuera. Notando fray l\Iartiu
esa fid elidad,
y
que el perro,
á
pesar del hambre natural, no
desamparaba la sepultura , le llevaba alimento todos tos dias
á
una misma hora, hasta que, pasado mucho tiempo, se fué
á
la
calle el fidelisimo perro.
'Vió fray Martin
á
un gato gravísimamente herido de una pe–
drada en la cabeza,
y
ll¡l dijo: «véngase conmigo
y
lo curaré...
Signióle,
y
se dejó curar tranquilameute. Concluida laoperacion,
le habló de este modo: «l'ápse hermano,
y
vuelva todas las ma–
ñanas... Verificóse
á
la letra, hasta que estuvo sano.
Estando el siervo de Dios en la huerta, cayó junto á él un
gallinazo gravemente herido por una arma de fuego: tomóle,
y
conociendo que tenia fracturada una piema, la
ven.dómetódi–
camente;
y
acostiindole despues
sob~e
un poc
o de alfalfa, le
mandó que 110 se moYiese. Permaueció quieto el animal , y co–
mia diariamente el suste11to que le llevaba st1 bienhechor. Lue–
go que estuvo sano, le mandó fray Martiu que ,·olase. Así lo
hizo; pero el agradecido auinrnl venia con frecuen cia
á
visitarle;
le halagaba,
y
permitía que lo cogiese. l' ray Martín le <laba al–
gn n alime11to, y vol via a vol¡1r luego que lo despedia .
En otra ocasiQn vió en un muladar á una mula,
ú
la que su
amo habia botado, porque
á
mas de. ser vieja, tenia rota una
pierna. Llegóse
á
ella
y
la dijo con imperio: criatura de Dios:
·levántate sana. Se levantó el rnoribuhdo animal, y siguió sin
cojear al siervo de Dios hasta el couvr.uto. Uecobró sus fuerzas
por el cuidado de
frny
Ilfartin ,
y
sirvió despues al convento mu–
chos años.
Como los espalioles comunicaron
á
la Amcrica la bárbara cos–
tumbre. de lidiar toros; no pudiendo Yerlos en
In
pinza los reli–
giosos, traiau algunos de Vmntambo en tiempo de recreacion,
para que se divirtieran los coristas. Descuidóse de alimentar–
los el que tenia ese encargo,
~·
los dejó en ayunas cuatro dias.
Uevelósele esta falta i1 fray Mal'tin ;
y
afligido al contemplar la
necesidad de esos animales, entró milagrosamente en el novi–
ciado, estúndo cenadas las puertas, porque era med ia noche,
llevando agua
y
alfoifo para socorro de esos brutos. Amansó
su natural ferocidad la compasion de fray Martin,
y
parecrnn
acatarle,
J'
manifestar su reconocimiento, besándole el hábito
oon su hocico. l'nc testigo de este jiortento el padre predicad(lr
:leneral frn y Diego de la Fuente, quien asomándose
¡\
una ' 'en.-
, ta ua inmediata
á
ese sitio, tal vez porque sintió algun ruido, no