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sus quejülos lamentables. El sier vo de Dios le dijo: «vea herma·

no pe rro, lo que se saca de meterse

á

bravo. » El mastin le lamia,

y

con todas sus acciones imploraba su auxi lio. Tomóle de una

oreja

á

vista de varias personas, y lo llevó

á

su celda, donde le

lavó las heridas con vin o,

y

le dió puntos en ellas,

y

IG acostó

sobre unos pellejos, mandándole que no se moviese. Cumplió

este precepto el animal hasta que estuvo sa no con el método

dicho;

y

cuando el sien a de Uios le permitió que se levantase,

le acompañó hasta la muerte.

Tenia un perro el padre procurador del convento g-raude,

que le babia ser vido fielmente diez

y

ocho alias. Viéndole ya

viejo

y

asqueroso, mandó

a

los escla 1·0 · que lo echasen fuera ;

mas, como Yo!l'iese siempre buscando á su amo, dió órden de que

lo sacasen arrastrando del conve uto y lo matasen . Así lo hicie–

ron los negros, )' quitaron la \•ida al i noce nte bruto. Llegó á

ese tiempo fray

~fartin ,

y movido á compasion, reprendió

á

los

esclavos, y les mandó que lle vase n

ú

su celda el perro muerto.

Buscó luege al padre

p rocurador,~·

le dijo: "i.[JO r que padre mio,

hizo que matasen

á

ese ani mal' ¿Este es el pago que le ha dado,

de~pues

que le ha sel'l'id o tantos años'.», Desp idióse y se e ncerró

en su "celda con el perro muerto. Es de creer que, puesto en .

oracion, pedia

ú

Dios que restituyese la 1·ida al perro, si era de

su agrado,

y

que Dios se lo couceciió. Lo cierto es que, al siguie11-

te dia, le vieron todos salir de la celda co n el perrn vivo , perfec–

tamente sano

y

rejul'eneciclo;

y

que, dúndole de comer en la co·

cina , oyeron que le decía: «hermano, no vaya mas

á

la despensa,

dom!e está su amo ingrato, pues ha e.xperimentado lo mal qne

ha correspond ido sus erv icios.",, Así se ver ificó, pues, habiendo

sobrevivido muchos aüos despues, jamús fu é ú la procuraciou,

y

huiu de sn antiguo amo, al momento qne lo divisaba.

·

Vinie ndo de la ltecoleta Dominica , yió en la calle que llaman

de «la Amargura"

á

un perrillo cubierto de piedras,

y

al parecer

monbundo por falta de alimento. C<l mpadecióse el siervo de

Dios,

y

volvien do·al convento de donde habia

salii.lo

, pidió en

él comida,

y

la dió al an imal illo, despues que

lo sacó

de entre

las piedras.

·

Caminando en otra ocasiou para el mismo convento, vió e nte!'·

rado en una acequia inmunda á un perrillo vivo. Sacóle,

y

ponién–

dolo en la casa mas inmediata, dijo en alta voz: «lave n por amor

de Dios

a

ese animalito. " Sa lió de la casa una muger;

y

creyendo

que se burlaba de ella el siervo de Dios, lo insultó del modo mas

grosero y descortés. Sufrió fray Martín en si lencio sus de nuestos,

y

los correspondió pocos días despues con el obsequio de sabro-·

.sas frutas que llevó

á

la casa, para que las comiese la rnuger.