Previous Page  79 / 214 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 79 / 214 Next Page
Page Background

-

71

-

celda para consultarle sobre diversos asuntos políticos

y

mora·

les, no solo los religiosos mas condecorados

y

los mas ilustres se–

glares, sino tambien el señor virey,

y

el señor don Feliciauo Ve–

ga, Arzobispo de Méjico, que permaneció en esta ciudad por al–

gun tiempo, el señor don Pedro Ortega, Obispo de Arequipa,

y

muchos oidores de la Real Audieucia. Y como observasen todos

que siempre correspoudian los sucesos al concepto

fo~mado

an–

teriormente', crecia la admiraciou

á

par del reconocimiento,

y

se respetaban sus decisiones como las de un oráculo sagrado;

conociendo que tan raro taleuto, en un hombre si n letras

y

re–

tirado del mundo desde su florida edad, solo podía provenir

de la infusa prudencia con que Dios le favorecia.

ARTÍCULO

JI.

Su JUSTICIA.- La justicia es mi hábito del alma, por el cual,

se ,dá á Dios

y

al prójimo lo que se les debe. Y, así como la cari–

dad es raíz de todas las virtudes, asi la justicia comprende

á

todas. PQr eso, dice San Agustin eu el libro 1.

0

de las costum–

bres de la Iglesia Católica: justicia es el amor de Dios

y

del

prójimo;

y

San l3ernnrdo ensetia, en su Epístola 101 , que: solo

es justo quien, contemplando cuánto Dios Je ama, corresponde

á su amor, amándole con todo su corazou. La juslicia se divide

en universal, que consiste en la perpetua

y

consta nte resolu–

cion de observar todos los preceptos

y

obligaciones que cada

uno contrae como cristiano, y segun el estado que profesa;

y

en particular, q1,1e considera separadamente Jos actos de las vir–

tudes, con re

spec

to

ú

Dios

y

al prójimo, imperados por la jus–

ticia general.

l.os

hechos que comprende la vida de fray Mar–

tín manifiestan que cumplió exactamente los deberes de una

y

otra justicia.

.

Ln heroicidad de su justicia universal consta por informacio–

nes auténticas. y por el capitulo general celebrado en Roma el

año de l65G; porque, despues de un exámeu detenido

y

circuns–

pecto, se declaró que babia obse rl'ado perfectamente basta su

fa llecimiento, todos los preceptos de Dios, de la Iglesia,

y

de

sus constituciones;

y

que,

a

mas de no habérsele notado nunca

ni la mas leve imperfeccion advertida, practicó todas las virtu–

des en grado supremo

y

heróico, cuya declaracion confirmó el

Sumo Pontífice el año l762.

Cumplió la justicia particular, sirviendo fielmente

á

Dios

y

á sus prójimos. ADios, por la .virtud de la religion,

y

á

sus pró–

imos, por toda clase de socorros,

y

por la afabilidad, sinceri–

dad

y

respeto con que los trataba. Consistiendo la virtud de la