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,. Ja.s de todos... ·¡Oh
tú
que confiesas ser cristiano, cousidera que
,, Jesucristo te promete bie11es inmortales por los caducos que le
,, ofrezcas;
y
eternos castigos, si se los niegas! Y no
obstant~
eso,
u¿ui te rinden bienes celestiales, ni te conmueven penas mter–
"minables...
?
Pues en tan poco estimas ·al Salvador, él te .reputa–
ura como nada.:. ¡Cuánto.mejor
y
mas saludable te habria sido'
,, ser pobre que rico, pues por la pobreza te habrias allegado
á
,, Dios fácilmente, y te has hecho criminal por la riqueza! Por lo
,, tanto, si quieres ser eternamente dichoso, distribuye gran par–
" te de tus bienes en los.indigeutes virtuosos, en los cojos, en los
· ciegos y .débiles. Sustenten tus bienes
á
los miscm1bles,
y
vivi–
,,fiqueu
á
los pobres, para que el alivio
y
consuelo que reciban,
" te preparen la recompensa prom1Jtida."
.
lilas, no es neéesario que se recuerden estas verdades á los
amantes fervorosos, pues como la fé los vivifica, ella se las pre–
senta
á
todo instante. En ellos es la caridad tan extensa que
solo la imposibilidad limita su ejercicio;
y
como jah1ás se Ratis–
face el amor que tiene
á
'Dios, tampoco el que tiene
á
sus pró–
jimos. Desean ardientemente que Dios sea conocido
y
amado de
todos
i(}S
hombres,
y
no omiten medio alguno, por penoso que
sea, á fin de que todos le tributen Ja honra
y
gloria que Je son
debidas. Este·iufatigable celo de caridacj. que encendió el Espí–
ritu Santo en el corazon de los Apóstoles, lo enciende hasta
ahora en el 'de muchos santos varones, que vuelan desde un ex–
tremo al otro de la tierra, por que se .conviertan los pecadores,
y los infieles tengan la dicha de ser lavados con la sangre del
Cordero inmaculado. Solo la Iglesia Católica da
á
luz tau fer–
·voi'osos hijos, que arrostran impertérritos todos Jos peligros;
y
que derraman su sa11.gre y hacen el sacrificio de su vida, por con–
vertir siquiera una alma infiel ó pecadora, cuyo precio es el de
la sangrc ·de Jesus.
•
Así el
glo~ioso
San Francisco Solano, llamado justamente Após–
tol del Perú, tuvo la gloria' de co11vertir con sus sermoues·cre–
cido número de pecadores
y
muchos millares de indias bárba–
ros, caminando
á
pie mas de seiscientas leguas, desde Lima hasta
el Tucuman, por entre montañas nevadas y escabrosas.
. No es menor el celo. de las personas fervorosas por socorrer
'.' los pobres en sus miserias, trabajos y enfermedades. Nadie
ignora que muchas repartieron todos sus bienes á los pobres,
Y
que .otras reservaron lo muy preciso para cubrir sus Jeoüimas
necesidades: Y es tambieu cierto que casi todas
asist~ron
y
consolar?n
ª.
c.uauto.s e1?fermos podian, sin que las retrajesen
d~
este e¡erc1c10 caritativo,
nfl>la
asquerosidad de los pacientes,
DI
el P.ehgro de contagio.