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actos, si se hace.u solo vetbalmente por el hábito adquirido

desde la riiñez, sill que el alma ate uta

á

lo que profieren los la–

bios, se refiera

á

Dios, sacrificándole sus potencias

y

sentidos.

De la frecuencia con que se hagan estos actos,

y

dé su rec–

titud

y

fervor depeude su perfeccion. Por eso solo se consuma

esta virtud en el cielo, donde, contemplando el alma á su Dios

con un acto continuo, se un,e- inseparablemente á él por el co- .

nocimiento

y

el amor. lilas, como en la presente-vida se halla

el alma unida al cuerpo, ,recibiendo

á

cada instante las impre–

siones de los sentidos,

y

distraida muchas veces por la Stencion

qye exige el cumplimiento del cargo que la obliga; es imposi–

ble dice Santo•'l'omas, que no se interrumpa

á

ratos la ateu–

'cion de su meute'á

Di.os,

y el ejercicio de su amor. Por lo cual,

entre los q¡ie aman

a

Dios, le aman imperfectamente aquellos

que, habiéndole consagrndo su corazon, y perseverando habi–

tuaimente en su amor, solo cuidan de no hacer cosa alguna que

~ea

contraria

a

su divina voluntad. nras, los qtte poseen

y

prac–

tican la caridad, segun la perfecciou compatible con las mise–

rias y necesidades de esta vida, se desprenden escrupulosamen–

te <le toda ocupacion que no les obliga segun el órden de la

' Providencia en el ministerio.que ejercen; y meditando todo el

tiempo que pueden la ley del Señor, disipan las especies. inú–

tiles que recibieron por los sentidos, para renovar con pureza

y

fervor los actos de su caridad. Y conociendo

á

la• luz de Ja

fé que no pueden agradará Dios enteramente, sin la desnudez

y

purificacion de todos los afectos terrenos, para hacerse,' como

Jo de_sean, un solo espíritu con Dios por Jesucristo; procuran

imitare en el odio

á

las vanidades del mundo, en el amor

á

la

pobreza, las hurniUacioues

y

todo·género de padecimientos.

Dios por lo comun premia aun en Ja vida presente

a

estas

almas fi eles, haciendo que experimenten la suavidad de su yu–

go,

y

que gusten las dulzuras de su amor. La caridad, que has–

ta entonces babia sido insensible

y

seca, es en aqelante sensi·

ble

y

afectuosa. El alma gusta

ú

Dios, y este espirituar sabor

l~

embriaga

y

enagena: se ve

á

sí misma-; y no hallando en sí

bien alguno que no sea de Dios, este íntimo conocimiento en–

ciende mas.y mas su amor, refiriéndolo al supremo bien digno

solamente de ser amado. A las veces, es arrebatada á contem–

plar los arcanos de la divinidad;

y

vuelta en sí, arde su corazon

• en el mas encendido amor: la abrasa'el celo de Ja gloria de Dios

_y de su santa casa: desprecia

y

abomina Jos bienes de la tier–

ra: desempeña con la mas activ;i

y

puntual exactitud los debe–

res de su profesion

y

de su estado: las 11.amas de su ardientísi–

mo amor prenden muchas veces en corazones helados ó tibios;