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:w

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no son merilorios, ni \'ertladeras virlntlcs. Por eso tlice Snn Pa–

blo en so Epístola

á

los Galatas:

•/ú1

Jerncristo, 11acfo

m le

cslm·,

ó

110,estar circu11cidados; solo

mle

la

q1w

obm JlOr la caridad.•

Y

Sa11

lin"o ·dice. •

Asi como el cuerpo siil espirit" está m11erto, así la

fe

•sinobtas es muetla. ¿Qllli aprovechara hetmanos mios,

á

u110 que di–

•Ce que tiene (é, si no tiene obras? ¿Por ventura poddi la

salvarlo?·

Supuesta esta doctriua, tus obras tlan teslimonio de lu

fó,

y

Ja

hel"Oicidad de aquellas debe suponer la de esta . Mas no solo se

prueba la heroicidad de la fé poi· la heroicidad de las <lemas

,·irtudes, sino tnmbien por los actos heróicos que especialmen–

te le competen. Tules son los que se practican para defenderla

y

confesarla, el ardiente deseo de dilatada,

y

el celo de la snl–

vacion de lns almas con peligro de la \'ida.

Si se exami na utentamente la vida del bienaventurado Po1'–

res, no se dudará de que en toda ella practicó heróicnmente las

virtudes. Aun las de su ni1iez

y

juventud hasta su ingreso en

la rcligion dominicana, deben calificarse de heróicas, con res–

pecto li las circunstancias de la edad en sus primeros arios,

y

á

los peligros que le ce rcaban en el siglo, desde que por su oficio

trataba co.n toda especie de personas. Un nili o que se pril'a aun

de los juegos

y

recreos inocentes, que parte el pan con los po–

bres,

y

que edifica

á

cuantos le ve n con su singular modestia

y

circuuspeccion, es un héroe entre los de su edad;

y

un jóven

que, en medio del muudo, versú nd ose por su ministerio con

l'Oda clase de gentes, no deja de asistir al templo todas las ma–

lianos, pasa las noches ora ndo, duerme un corto rato en el sue–

lo,

y

consena su iuocencia, es un héroe en la florida juveutud,

cuya época es In mas desgraciada para el comun de los morta–

les. Eu el curso de esta historia se leerá mns clnrnmeute el he–

rnismo de sus virt udes desde que

fué

religioso. Se admirará

principalmente su profundísima humildad, su paciencia, mor–

tificncion

y

caridad. Ycomo

el

principio de todas las virtudes

es la

fé,

fué esta heróica sin duda, pues lo fueron las demns.

Ejercitó tambicn los netos que le son propios,

á

saber: el de–

seo del nrnrtirio

y

de la propagacion de la

fé,

y

el celo por el bien

de los redimidos. Así lo compru eban muchos testigos,

y

entre

ellos algunos de sus coufesores. No pudicud o sofoca1· el celo que

le devoraba de morir por la co11fcsion de la

ca tólica , ó por

su amor á la ley

y

ú

la justicia, se desa hogaba de algun modo

con aspiraciones

y

suspi ros que expresa ban sus deseos. Y mien–

tras Dios le concedin esa gracia, de la que se reputaba ineigno,

<'nseüaba los rudimentos de la fé

á

los indios y negros en el

convento, luego que salia la comunidad del refectorio, al medio

dia

eu la noche,

y

dcspues que daba de comerá los enfermos;