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venció tan formidables enemigos, hizo precisamente lo que
Je–
sucristCJ mandó
á
los apóstoles,
y
con ellos
ú
todos los cristia–
nos, por estas palabras:
Velad
y
orad, parn q¡ie no
entreis en ten–
tacion.
Velaria, estando siempre alerta, para prever los frau–
d~s
de sus enemigos,
y
evitar los lazos que le tenderian su as–
t ucia
y
su malicia; velaria con la modestia
y
cirnunspeccioa
que guardan los que desconfian de sí mismos;
y
velaria, cer-·
raudo las puertas de su corazou, para que'no le hiriesen los dar–
dos que podt·ian penetrar por sus sentidos. Al ·mismo
tiemp~,
el conocimiento de su propia flaqu eza
y
la gravedad del peli–
gro, le obligarian
á
orar sin intermision, animando sus preces
con lágrimas
y
gemidos, é interponiendo la poderosa mediacion
de la Santísima Virgen, de su ángel custodio
y
santos tutela–
res. Y, cuando experimentaba la rebelion de sus miembros con–
tra la le)' divina grabada en su corazon, clama ria con las mismas
1
· palaliras que clamaron Job, David
y
todos los santos, siempre
que se vieron combatidos de sus enemigos
y
en riesgo de per–
derse; ó con otras semejantes deprecaciones, nacidas de un co–
r
azon abatido
y
angustiado que, amando
á
Dies, teme ofenderle
¡\
cP.dainstante. En tan triste estado, participando
á
su confeso1'
l
a tribulacion que padecia, le suplicó que pidiese
á
Dios en el
santo sacrificio le manifestase su voluntad par.a cumplirla pron–
tamente.
Sus deseos eran renunciar efectivamente. al mundo, como lo
liabia renunciado con el afecto,
y
abrazar una vida oscura
y
despreciable, donde, Tii lo engriesen la estimacion
y
el aplauso,
ni le pervirtiesen la seduccion
y
el mal.ejemplo. Despues de
un maduro exámcn
y
de co11tínu0s ruegos al Señor, <lió permi–
so
á
Martin su confesor parn que tomase el hábito en alguna
religion. Mas, le ocurrió la duda de cuál elegiria; pues, aunque
toda órden religiosa es santa,
110
solo por los solemnes votos
que hacen
lo~
que profesan en cualquiera de ellas, sino igual–
men
te poi· la perfeccion de sus estatutos, sin embarooo, parece
que,
a.sicomo Dios elige algunas personas para la
vid~
monásti–
ca,
así tambien les inspira la preferencia de una religion sobre
las <lemas. Por lo tanto, no se satisfacian los deseos de iilartin
con la licencia para pedir el hábito religioso, necesitando tam–
b1,en >a_ber en qué religion se iucorporaria, pidió
á
la Santísima
Virgen que le alcanzase de su divino Hijo luz para el acierto.
Y, como eu mngun templo ha tenido ni tiene tanto culto la Ma–
dre de Dios, como en -el de Santo Domingo, bajo la advocacion
del
~osario,
.es probable que, postrado ante la sagrada imágen,
orana pata impetrar la gracia que necesitaba. Y es tambien
cr~1blc,
qnc Ja rcsolucio¡¡ de preferir la religion dominicana,
y