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Cuanclo amenazan al Estado gTande10 ,peligros ,
se ha visto much as veces
al
1meblo escoger con acierto los ciudadanoi; mas aptos para salvarle. Se ha no.La–
do que cl hombre en un pelig ro extremo rara vez permanecia en su nivel
ha~
hiLUal: se eleva mui arriba de e l, 6 cae mucho mas abajo.
Asi
mismo suce–
de
a
los pueblos. Los eminentes p eligros, en vez de elevar a una nacion , aca–
han algunas veces por aba tirla ; sublevan sus pasi ones si n guiarlas,
y
pertur–
han su inteligencia ,
l ejos de ilustrnrla. Los
J
ud ios se degoll aban
todavia en
medio d e l as humeantes ruinas de su templo. Pero es mas comun ver , en t re
las naciones como entre l os individuos, nacer las virtudes e:xtraordina1 ias de
fa
inminencia misma d e los peligros . Los grandes ca racteres aparecen e nton–
ces en relieve como aqucllos monumentos que ocultaba la oscuridad de
la
no–
che,
y
que se ven
dib~jados
d e re penle al re5plandor de un incendio. E l genio
no desd ei'ia mas el reproducirse por si mismo;
y
el pueblo, conmo,,iclo por sus
pr.opios rie gos, olvida, por un tiempo, sus envidiosas pasion es . Entonces no
es raro ver salir nombres ce'1ebres de la urna el ectoral. ....
Ha i c ie1·tas leycs cuya n a turaleza es d emocratica ,
y
q ue no obstante l ogran
conegi r, e n p arte ,
los p eligrosos instintos de l a d cmoc i·acia. Cuando se entra
en el sal n d e
re presentantes en Washington, sorprende el as pec to vulgar
d e aquella gr::mde a samblea. La vista busca muchas veces van am ente en su seno
un hombre cel ebre. C asi todos sus micmbros son personages oscuros, cuyo nom–
b1·e no subministra ninguna imagen al pensawien to. Son , po r la may or parte,
:ibogaclos de aldea . comercia ntes'
y
aun h ombres pertenecien tes a las uhimas
clases. En un pais donde Ia instruccion esta easi uoi vers.almente esparcida, se
d ice que l os r epresentantes d el pueblo n o saben si empre escribir correctamente.
A
d os pasos d e alli, se abre la sala d el Sen:ido, cuyo estrecho r ecinto e ncierra
una gran p arte d e las cel ehl'id ad es d e Ame rica. Apenas se descuhre alli un sol o
hombre que no r ecue rde la \dea d e una ilustracion rec ien te. So n abog:idos elo–
cuentes, g en crales d istinguidos, habiles m agistra d os, 6 est:idistas conociclos. To–
das las palabras que se escapan de aquella a sarnbl ea harian honor a l os mas
grande d ebates parlamen tarios d e Europa .
t,De d o nde proced e est e estrnfio contraste? Por que la fio r de la nacion se
encuentra en esta sala mas bien que en la o tra ? P or que l a primera asamblea
reune tantos elementos vulga r es, cuando la segunda parece tener el monopolio
de los talentos
y
de la
l uces? Sin embargo la una y l a OLra son proclucto del
snfragio universal ,
ninguna voz ha ta a h ora se ha l evantado para sostener
que el
enado fuese enemigo de l os intereses populares . t,De domle pue proce–
de tnn enorme di fe1·en cia? No veo ma que un
ol o h echo que la
xpliyue:
la
l l'ccion que p roduce a la camara d e l os representances es
direct
;
ar1u lla
de que em:ma el senado esta sometida
a
dos grnclos . ..
· ·
Il:ista que
la
yolam–
tad p opula1· pase
al
traves de
la
asrunhlea
legi~lati
ya de cada Estado, pa1 a c1ue