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. - 117-

Cuanclo amenazan al Estado gTande10 ,peligros ,

se ha visto much as veces

al

1meblo escoger con acierto los ciudadanoi; mas aptos para salvarle. Se ha no.La–

do que cl hombre en un pelig ro extremo rara vez permanecia en su nivel

ha~

hiLUal: se eleva mui arriba de e l, 6 cae mucho mas abajo.

Asi

mismo suce–

de

a

los pueblos. Los eminentes p eligros, en vez de elevar a una nacion , aca–

han algunas veces por aba tirla ; sublevan sus pasi ones si n guiarlas,

y

pertur–

han su inteligencia ,

l ejos de ilustrnrla. Los

J

ud ios se degoll aban

todavia en

medio d e l as humeantes ruinas de su templo. Pero es mas comun ver , en t re

las naciones como entre l os individuos, nacer las virtudes e:xtraordina1 ias de

fa

inminencia misma d e los peligros . Los grandes ca racteres aparecen e nton–

ces en relieve como aqucllos monumentos que ocultaba la oscuridad de

la

no–

che,

y

que se ven

dib~jados

d e re penle al re5plandor de un incendio. E l genio

no desd ei'ia mas el reproducirse por si mismo;

y

el pueblo, conmo,,iclo por sus

pr.opios rie gos, olvida, por un tiempo, sus envidiosas pasion es . Entonces no

es raro ver salir nombres ce'1ebres de la urna el ectoral. ....

Ha i c ie1·tas leycs cuya n a turaleza es d emocratica ,

y

q ue no obstante l ogran

conegi r, e n p arte ,

los p eligrosos instintos de l a d cmoc i·acia. Cuando se entra

en el sal n d e

re presentantes en Washington, sorprende el as pec to vulgar

d e aquella gr::mde a samblea. La vista busca muchas veces van am ente en su seno

un hombre cel ebre. C asi todos sus micmbros son personages oscuros, cuyo nom–

b1·e no subministra ninguna imagen al pensawien to. Son , po r la may or parte,

:ibogaclos de aldea . comercia ntes'

y

aun h ombres pertenecien tes a las uhimas

clases. En un pais donde Ia instruccion esta easi uoi vers.almente esparcida, se

d ice que l os r epresentantes d el pueblo n o saben si empre escribir correctamente.

A

d os pasos d e alli, se abre la sala d el Sen:ido, cuyo estrecho r ecinto e ncierra

una gran p arte d e las cel ehl'id ad es d e Ame rica. Apenas se descuhre alli un sol o

hombre que no r ecue rde la \dea d e una ilustracion rec ien te. So n abog:idos elo–

cuentes, g en crales d istinguidos, habiles m agistra d os, 6 est:idistas conociclos. To–

das las palabras que se escapan de aquella a sarnbl ea harian honor a l os mas

grande d ebates parlamen tarios d e Europa .

t,De d o nde proced e est e estrnfio contraste? Por que la fio r de la nacion se

encuentra en esta sala mas bien que en la o tra ? P or que l a primera asamblea

reune tantos elementos vulga r es, cuando la segunda parece tener el monopolio

de los talentos

y

de la

l uces? Sin embargo la una y l a OLra son proclucto del

snfragio universal ,

ninguna voz ha ta a h ora se ha l evantado para sostener

que el

enado fuese enemigo de l os intereses populares . t,De domle pue proce–

de tnn enorme di fe1·en cia? No veo ma que un

ol o h echo que la

xpliyue:

la

l l'ccion que p roduce a la camara d e l os representances es

direct

;

ar1u lla

de que em:ma el senado esta sometida

a

dos grnclos . ..

· ·

Il:ista que

la

yolam–

tad p opula1· pase

al

traves de

la

asrunhlea

legi~lati

ya de cada Estado, pa1 a c1ue