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ENTRETENIMIENTOS
le da la justicia ; y debe ser su primera ley
la salud de la República. Mereció Trasibulo
una inmortal gloria por habernos librado
del yugo de treinta tiranos : no dudeis seria
superior el que nos libertase de cien pasio–
nes , mucho mas crueles cjúc Critias.
Pero aun no conoc;eis bien todos los ma–
les. Hablandoos de diferentes enfermeda–
des, con que una República esr:í poseida,
nada os he dicho sino de las circunstancias,
que, en algun n1odo extrangeras
á
la nues–
tra , pueden hacer su situacion n1ucho inas
deplorable: pueden tener que temer alter–
nativan1ente sus vicios, v Jos de sus vecinos.
Lo que duplica mi senri;,.,iento en quanro
á
11uestra patria , es, que veo meditar su ruina
mutuamente
:í
todas las Ciudades de la Gre–
eia, n1ientras que tenemos
á
Ja puerta un
ambicioso,
y
temible enemigo, que no es–
pera mas que el menor pretexto para tomar
parte en nuestros asuntos,
y
opri1nirnos.
Temen1os servir
á
su ambicion, queriendo
salvar nuestra República. Una mutacion
como la que hizo Licurgo en Lacedemonia,
no puede executarse sin causar una extrema
agitacion en los espíritus. ¿Qué resistencia
no harian nuestros Ciudadanos viciados
á
la
virtud que se les acercaba, y
á
las buenas
costumbres? Enardecidos por la proteccion
de nuestros. vecinos zelosos ,
é
inquietos, les
ve-