DE PHOCION.
mil ideas, que oprimían rápidamente mi
espíritu : decíame
á
mí
n1isn10 :
Sornos
per–
didos. i O Athenas, querida patria mía ,
tú
misma corres
á
tu ruina! ¿Qué mano sufi–
cientemente
poderos~
te contendrá en el es–
collo del .precipicio , que está abierto baxo
tus misnlos pasos? Vé'n , Minerva ,
á
nues–
tro socorro. Pero no , que estan sordos los
Dioses, porque ya hemos cansado su pa–
ciencia.
i O Phocion , Phocion
!
exclamó Aris- ·
tías
:
¿
tocaré1nos
irrevocablemente
nuestro
fatal término? ¿Han mandado los Dioses
que no haya mas Athenas? Una Ciudad
lleoá de monumentos elevados
á
la gloria de
nuestros padres, y en que vive Phocion, ¿se·
rá condenada
á
no ser mas que un conjunto
de ruinas,
ó
á
no criar en su seno sino escla–
vos destinados á obeJecer
á
los extrangeros?
Son nuestros vicios grandes, son enormes:
¿pero no es infinita la clemencia de los Dio–
ses? Nos castigarán, hasta querer que Fili–
po... No, Phocion, no lo querrán los Dio·
ses. ¿Tienen los Atbenienses mas vicios ,
y
errores, que l?s que yo tenia hace sei;
días~
¿Pues por que, como
yo,
no volveran en
s1
mismos? D espues de haber acordado á mi
corazon el a
inor
á
la virtud , dad esperanza,
Phocion , en el nombre de los Dioses al de
mi querida patria.
M
Aris·